Presente y futuro de la Argentina kirchnerista
Por Fernando Laborda
Domingo 30 de marzo de 2008 Publicado en la Edición impresa
Noticias de La Nación
Fueron los siete días más tensos que debieron soportar los Kirchner desde que el matrimonio presidencial aterrizó por primera vez en la Casa Rosada. Pero también pudo haber sido una semana trágica. Los próximos siete días no prometen ser mejores, pese a que frente al conflicto con el campo, el Gobierno pasó del lenguaje de los fierros , con fuerzas de choque con reminiscencias setentistas incluidas, al diálogo forzado. No debió haber sido fácil para alguien como Cristina Kirchner, formada en la teoría de que el poder se construye a partir de antagonismos antes que mediante consensos, utilizar la expresión por favor para pedirles a las organizaciones rurales que levantaran una medida de fuerza que, por cierto, lesiona por sus características el Estado de Derecho, al margen de las legítimas demandas del agro. No menos sencillo será que el Gobierno ceda demasiado en una política impositiva que representa el corazón del esquema de poder económico kirchnerista. Ni resultará fácil un diálogo con un Gobierno que no está acostumbrado a dialogar. Como quedó demostrado anteanoche, en la primera reunión que mantuvieron funcionarios gubernamentales con representantes del campo y cuyo magro saldo derivó ayer en la ratificación de la huelga agraria. En medio de críticas a quienes participaron del cacerolazo porque añorarían los tiempos de gobiernos militares, en la noche del jueves en Parque Norte, la Presidenta enfatizó: "No se puede dialogar con una pistola en la cabeza" . No fue una expresión feliz. Olvidó que no pocos testimonios dan cuenta de que el poderoso secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, recibía hasta no hace mucho con un revólver sobre su escritorio a empresarios con los cuales debía negociar. El Gobierno no tiene muchas opciones. Ya quemó los cartuchos que le ofrecieron el maestro mayor en piquetes Luis D Elía y los camioneros de Hugo Moyano. Atrincherarse junto a esas dos figuras cada vez más desacreditadas ante la opinión pública no hará más que desgastar la imagen y la autoridad de la Presidenta. Los Kirchner no son hoy tan sólo presas del daño que, sin querer, les depararon las tropelías de las fuerzas de choque que ellos contribuyeron a crear y que van en camino de asemejarse por sus métodos a la Alianza Libertadora Nacionalista que lideró Guillermo Patricio Kelly en los años 50. Lo que más debe de dolerle al matrimonio presidencial es que lo corran por izquierda o desde sectores supuestamente progresistas, como los que representa la Federación Agraria Argentina, entidad de pequeños productores rurales que hasta hace poco confesaba sus simpatías por Cristina Kirchner. Son paradójicamente sus adherentes quienes hoy llevan a efecto los más feroces cortes de rutas. El Gobierno hará lo posible, entonces, por dividir el frente agrario y cooptar a los campesinos reunidos en esa agrupación, hoy liderada por Fernando Buzzi, que nació en 1912 con el Grito de Alcorta. Al mismo tiempo, buscará seducir a los chacareros autoconvocados. Así hacen política los Kirchner. Retenciones y cajita feliz La propuesta que les formularon el viernes Alberto Fernández, Martín Lousteau y Guillermo Moreno a los dirigentes rurales no fue otra cosa que la profundización de un modelo basado en una maraña de impuestos y subsidios cruzados en la que descansa el poder kirchnerista. Pasa por mantener el aumento de las retenciones que recauda el Estado nacional, compensado por subsidios bastante imprecisos que también el Estado nacional decide discrecionalmente a quién otorgar y a quién no. El alto nivel de intervencionismo estatal aumenta las potestades de la burocracia gubernamental y también los grados de corrupción pública, y desalienta la inversión y la innovación productiva. Las retenciones a las exportaciones, un curioso impuesto sin mayores antecedentes en los países capitalistas contemporáneos, pudieron haber sido en 2002 una salida para la emergencia económica. Pero hoy son, ante todo, un instrumento de dominación política. Si las retenciones no existieran o si fueran sensiblemente menores -hoy superan el 40 por ciento para la soja-, los productores tributarían un mayor impuesto a las ganancias que, a diferencia de las retenciones, se coparticiparía con las provincias. Los recursos no irían así al gigantesco pozo Bidú que el gobierno nacional maneja con absoluta discrecionalidad y que provoca la consolidación de un Estado nacional cada vez más rico, conviviendo con provincias cada vez más acosadas por desequilibrios fiscales, además de gobernadores e intendentes que deben arrodillarse ante el poder central para no ser excluidos de los beneficios de la cajita feliz . En este contexto de unitarismo fiscal, no es casual que nadie en el gobierno nacional hable de la nueva ley de coparticipación federal que debió ser sancionada antes de 1996 por imperio de la reforma constitucional aprobada dos años antes. Todo esto se ve agravado por un Congreso que ha desistido de ejercer su facultad de crear impuestos, delegada en la Presidencia de la Nación, al igual que por los llamados superpoderes , que le han dado al Poder Ejecutivo la posibilidad de gastar en todo 2007 la friolera de 24.781 millones de pesos sin controles parlamentarios: ¡68 millones de pesos por día! Con la consigna de promover una burguesía nacional, el gobierno kirchnerista ha presionado a grupos extranjeros con concesiones de servicios públicos privatizados para que dejaran su lugar a empresarios afines a la fracción gobernante. Fue ésta la segunda fase del esquema de poder económico K. Chavistas y kirchneristas Hay una semejanza entre los proyectos chavista y kirchnerista. En la Venezuela de Hugo Chávez, los elevados ingresos recibidos por el fuerte aumento del precio del petróleo fueron aprovechados para concentrar el poder político y económico y extender entre el pueblo la idea de un Estado benefactor ilimitado. El Estado kirchnerista parecería pretender imitar ese modelo, apropiándose de la mayor parte del ingreso derivado de las exportaciones del campo. La excusa oficial es la redistribución de la riqueza. En virtud de ese objetivo, la mejor distribución del ingreso, que el jueves último proclamó Cristina Kirchner, Chávez firmó años atrás un decreto que dispuso la "recuperación" de tierras ociosas, para lo cual expropió y redistribuyó nada menos que unos dos millones de hectáreas. Campos y propiedades agroindustriales fueron ocupadas por la fuerza, al tiempo que las expropiaciones avanzaron sobre no pocas tierras de grupos extranjeros. Es, en líneas generales, el modelo que propicia D Elía para la Argentina. Pese a los mayores ingresos por las ventas de petróleo al exterior y a esta reforma agraria, el PBI per cápita en Venezuela cayó un 0,8 por ciento entre 1998 y 2005, y en los últimos años tampoco subió como se esperaba. Friedrick Hayek, intelectual austríaco y premio Nobel de Economía en 1974, advertía que los nuevos planificadores nos prometen una libertad colectiva que, en el fondo, no es otra cosa que la libertad del planificador para manejar la sociedad a su antojo, restringiendo las libertades individuales.
domingo, 30 de marzo de 2008
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1 comentario:
Importante por lo esclarecedor este artículo de Laborda, lo que no comparto es decir que las retenciones en el 2002 pudieron ser una salida a la crisis. Fue mucho más grave que eso. Fue un punto de inflexión ya que en ese momento se volvió a un esquema económico que se aplicaba desde fines de la segunda guerra mundial y que resulto en la eliminación de 13 ceros a nuestra moneda. Muchos parecen olvidar los silbidos al presidente Alfonsín durante la apertura anual de la Exposición Rural precisamente por exacerbar el esquema de retenciones al campo. Cuando tras la hiperinflación de 1989 se inició el esquema de convertibilidad monetaria, SE RENUNCIO AL IMPUESTO INFLACIONARIO produciéndose una revolución, pero no tanto por reconocer, que no había moneda, de hecho el pueblo ya lo había demostrado, sino porque hacer esto significaba rearmar el pacto fiscal entre Nación y Provincias. El Pacto de Olivos que llevó a la Reforma Constitucional de 1994 demostró en los hechos congelar la situación como bien lo señala Laborda. Internet, este medio instantáneo que disponemos para debatir hoy en este foro, no hubiera sido posible con una empresa que tenía pendientes pedidos de instalación de teléfonos por más de diez años. A pesar de que ese cambio se manifestó de manera extraordinaria en materia de crecimiento e inversiones a principios de los años 90, la Argentina no pudo completar el proceso de cambio iniciado en la primera etapa de Domingo Cavallo, se dio un gran paso al establecer la convertibilidad en búsqueda de la estabilidad monetaria, con el objetivo de no disminuir el poder adquisitivo de los salarios, ya afectados por la inflación de arrastre pero no se avanzó en las reformas estructurales pese a que la mayor parte de la población ya había pagado el esfuerzo. Menen, las frenó, por el objetivo reeleccionista y durante su segunda presidencia tampoco lo hizo y si bien hubiera sido políticamente costoso, olvidó que un estadista tiene hacer las cosas de manera sincronizada. Tampoco corrigió aspectos que llevaron la desocupación del 7% al 21% y no cedió ante el aumento impositivo (el IVA trepo del 13%al 21% entre otros) agravando un cuadro de recesión interna. no lo hizo y el costo político lo está pagando igualmente bajo el epítome de la “herencia”. Se salió del esquema en el 2002 de la peor manera, pasando de un solo saque de tener un 20% de la población por debajo del límite de pobreza a un 52 %. Pero hay más, la actitud ante el default y la renegociación de la deuda, aun parcialmente ha espantado a los inversores potenciales del vocablo Argentina. Eso lo pagaremos con subocupación o salarios africanos. Ya no se trata de compararnos como en los 90 con Alemania o Japón derrotados por EEUU en la 2da guerra y vencedores de éste en el comercio internacional… solo observemos como nos han pasado Irlanda, Nueva Zelandia, España o Chile. La quintita ha sido cerrada y protegida para los amigos y el partido hegemónico que nos ha regalado todo tipo de formas y maneras de administración equivoca, se llevan los laureles de la “recuperación” y el “redistribucionismo”... Si ya sabemos para quién... Realmente se necesita una cuota muy grande de cinismo cada mañana al levantarse y hablarnos ante las cámaras.
Lector de La Nación
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