lunes, 31 de marzo de 2008

BASTA DE FALSAS ANTINOMIAS. BASTA DE HIPOCRESÍA.

BASTA DE FALSAS ANTINOMIAS. BASTA DE HIPOCRESÍA.

Lamentablemente una vez más muchos argentinos nos sentimos indignados por el discurso presidencial.
Somos firmes y acérrimos defensores de las instituciones democráticas y de nuestros representantes. Durante toda la vida de nuestra agrupación nos hemos caracterizado por respetar e impulsar los valores de democracia, igualdad, libertad, justicia. Y como estamos viviendo en un país democrático, celebramos y acompañamos las políticas de gobierno que encuadran en esos valores, pero también nos vemos obligados y con el derecho a manifestar lo que creemos que este gobierno esta haciendo mal. Y nos indignamos aun más cuando se descalifica de manera aberrante con adjetivos que no deben ser usados a la ligera a toda persona u organización que no piense de la misma forma que la coalición gobernante.
La primera pregunta: ¿No debería haber hablado por cadena nacional en la casa de gobierno?
La segunda: ¿Cómo se puede convocar al diálogo cuando se lo hace jerarquizando desde el palco oficial a aquellos que como D’ Elia siguen con su diatriba de odio social ante todos los micrófonos? ¿No debería haber cuestionado el gobierno la violencia de plaza de mayo?
El discurso presidencial no fue una convocatoria a la pacificación social sino por el contrario una herramienta utilizada para agredir verbalmente, descalificar voces opositoras, demonizar y construir un falso enemigo.
¿No hubiera sido mejor pedir “humildemente” que los argentinos nos sentemos a dialogar, sin mas? No. Fue necesario recurrir a la intolerante y poco acertada estrategia de la descalificación del “adversario”. En un claro llamado a la confrontación sectorial reforzó el escenario de la falsa antinomia: oligarcas contra “pueblo”; golpistas contra “gobierno popular” ¿A qué oligarcas se refiere, a los pequeños productores nucleados en la FAA? ¿Sabe el Gobierno cuál es el ingreso promedio de los productores de cincuenta o cien hectáreas, diferenciados por tipo de cultivo y región del país? ¿Sabe cuántos son? ¿Son golpistas los miles de estudiantes de las facultades de agronomía de todo el país que se autoconvocaron y salieron a pedir una política sustentable para el campo? ¿O son sólo “hijos de sojeros” sin derecho a protestar?
La diputada Norma Morandini dijo “Ojalá que la sensatez, la cordura y una palabra que es ajena a la política –el amor al otro, al cualquiera ­– sirvan para que nuestros compañeros del oficialismo desactiven esa bomba de tiempo que son los matones puestos en nombre del pueblo. No puede ser que la Justicia esté juzgando a la Triple A, de la que muchos compañeros han sido víctimas, y hoy tengamos que ver a estos matones que en nombre del pueblo no garantizan lo único que tenemos que garantizar: la democracia”.

Hubiera sido mejor centrar la calificación del reclamo en donde estuvo. Lo que fue leído por la prensa como un gesto de “flexibilización de la posición oficial” no fue más que el reconocimiento expreso de lo sucedido: un día después al discurso de Parque Norte, Cristina Fernández, reconocía que el cacerolazo sirvió para que la clase media argentina manifestara su “bronca y catarsis”. Catarsis frente a tanta prepotencia, a la soberbia y al discurso de tribuna. ¿Cuanto mas puede el gobierno seguir ocultando la escandalosa inflación? No fue solo solidaridad con el campo. Fue también hartazgo.
Este paro no hubiera tenido ninguna legitimidad sin el aporte de los pequeños productores. Ellos son los más duros en el conflicto y representan un problema para la Sociedad Rural que insiste en transar con el Gobierno, aun ante la ausencia de soluciones. Si se aplica un impuesto a un sector débil se lo pone ante la disyuntiva de entregar su propiedad a sectores más concentrados. Contra lo que dice el ministro de Economía, éste nivel de retenciones solo reconcentrará la riqueza y las tierras en aquellos pooles y grupos económicos mas poderosos. Es decir, los grandes grupos económicos que podrán resistir éste nivel de exacción impositiva, luego de la crisis saldrán al mercado para quedarse con todo y ya no habrá pequeños ni medianos. Serán solo los grandes. La riqueza se reconcentrará cada vez más a pesar de lo que diga el discurso fogoso. Se justifica discursivamente por izquierda lo que se sabe va a tener efectos por derecha
Acordamos con muchas de las “proclamas” del gobierno nacional, especialmente con su política de Derechos Humanos. Marchamos junto a los organismos de derechos humanos en cada convocatoria. Ahora, mientras la Presidenta acusaba a todos los ciudadanos que se manifestaban en su contra de estar relacionados con "conocidos defensores de Genocidas", en la misma semana, el bloque del Frente para la Victoria dejaba sin quórum la sesión especial convocada para tratar la derogación de los indultos de Menem. Y de eso ¿no hablamos?
Compartimos profundamente la “intención” de redistribuir los ingresos. Pero ¿porque no hablar de una reforma impositiva que modifique el regresivo Impuesto al Valor Agregado? ¿No seria más justo que realmente los que más tienen mas paguen? De paso, la Presidenta podría explicar el origen de los 18 millones de dólares que ella y su marido declaran como patrimonio. O el origen de los 4 millones de dólares con los que Moyano compró una Estancia en el Partido de Henderson.
Estamos convencidos que es acertada la política de gravar a los sectores con mas alta rentabilidad. Pero ¿Por qué no hacerlo a través del impuesto a las ganancias? El control de las exportaciones puede resultar acertado en cuanto no sea regresivo y diferencie a los pequeños productores. Acompañamos la afirmación de que es necesario diversificar la actividad del agro: la soja destruye nuestros campos y precariza el empleo. Sin embargo, si pretendemos que ese ingreso sirva para redistribuir los ingresos necesitamos una ley que lo regule, un congreso que controle, y un Estado Nacional que coparticipe los ingresos. Redistribuir los ingresos significa utilizar el dinero para habilitar el abandonado ramal ferroviario de todo nuestro país y no invertirlo en un tren bala que por su alto costo nadie podrá utilizar. Redistribuir significa darle recursos a las provincias para que atiendan fuertemente a sus problemáticas sociales, y no ingresar como quien es portador de premios y castigos, con anuncios de inversiones y obras en la medida de la “organicidad al proyecto nacional” del gobernador de turno.
Hoy generalizan y son todos oligarcas del campo. Ayer eran los desestabilizadores que utilizaban al Indec para especular con la inflación, los que “utilizan políticamente” las denuncias de corrupción, los que atentan contra “el gobierno popular”, lo que se resguardan en la autonomía universitaria para mantener privilegios. Basta de falsas antinomias.
Exhortamos al gobierno a convocar de una vez por todas a un dialogo franco, sin tensiones, que permita encontrar en el ejercicio del pluralismo democrático las salidas de las crisis sociales que emergen. Necesitamos un Congreso que como espacio de representación de voluntades, sus minorías y mayorías, discuta y ofrezca soluciones a esta encrucijada. La presidenta reduce en sus discursos el concepto de calidad institucional a respetar la propuesta electoral ratificada por una amplia mayoría. Su silogismo indica que respetar el resultado electoral es igual a calidad Institucional. Esta falsa afirmación encierra los peligros del autoritarismo y la hegemonía. Se pretende que a partir de la diáspora y el debilitamiento de todo lo institucionalizado se pueda comprar voluntades, dirigentes, militantes. Calidad Institucional, Sra. Presidenta, es que el Congreso discuta y debata, que los Gobernadores participen activamente y que los representantes sectoriales sean convocados a dialogar para intentar consensuar salidas.
El desabastecimiento de las góndolas tampoco aportará a la resolución del problema.
Estamos convencidos que no se puede gobernar con soberbia, que no se puede gobernar dividiendo. No se puede gobernar con discursos de tribuna. Reclamamos por el resguardo de las instituciones, por el respeto del federalismo, por una genuina redistribución de los ingresos. Tolerancia, diálogo y HONESTIDAD. No hay república sin libertades, no hay democracia sin diálogo.

Franja Morada – Regional Córdoba

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