Una corrida contra los bancos tiene en vilo a los mercados
En una caótica rueda, cayeron hasta 5% las bolsas en Asia y Europa y 3% promedio en la región
Martes 18 de marzo de 2008
Publicado en la Edición impresa
Noticias de Economía de la Nación
Los grandes inversores del mundo parecieron comenzar a tomar conciencia ayer de las dimensiones que puede alcanzar la denominada crisis subprime, provocada por una fenomenal especulación financiera en el negocio inmobiliario en Estados Unidos, construido sobre la base de créditos a trabajadores y personas de ingresos bajos y medios. Hasta el viernes valorizaban cada papel del banco de inversión Bear Stearns a 30 dólares, con un castigo que se estimaba "fuerte", tomando en cuenta que ese mismo papel había llegado a valer US$ 172 apenas un año antes. Pero durante el fin de semana se enteraron de que esa prestigiosa entidad, con 85 años de historia, que consiguió sobrevivir a la Gran Depresión y las dos Guerras Mundiales y a mediados de julio pasado había anunciado la liquidación de varios de sus fondos especializados en inversiones en derivados hipotecarios, había sido rematada a manos de su competidor JP Morgan a cambio de US$ 236 millones, es decir, a US$ 2 por acción. Los datos conocidos de la operación fueron revulsivos para los mercados. ¿La razón?: si el precio asignado a un banco era ficticio, ¿qué tan reales pueden ser los conferidos en las pizarras al resto de las entidades? La duda disparó un vendaval de ventas que, como suele ocurrir durante una corrida, afectó en principio a todas las acciones con cotización, pero terminó teniendo especial efecto en los papeles bancarios y financieros. Y dejó derrumbes de hasta 5% en las bolsas de Asia y Europa (plazas en las que, por cuestiones horarias, impactó de modo directo el pánico generado por aquella transacción), que se fueron repitiendo luego en las principales plazas bursátiles de América latina. Sin embargo, a la hora del cierre de las operaciones en esta región, las pérdidas se redujeron (el Merval porteño, que caía más de 4%, cerró perdiendo 2,8%), en consonancia con un rebote que mostró Wall Street en la última parte de la rueda de ayer, especulando con un nuevo y agresivo recorte en la tasa de referencia de Estados Unidos previsto para hoy y aliviada por el financiamiento que la Reserva Federal aseguró a la operación. La Fed se comprometió a liberar hasta US$ 30.000 millones en favor de JP Morgan, tomando como reaseguro los activos menos líquidos de Bear Stearns (decisión apoyada públicamente por el secretario del Tesoro, Henry Paulson), lo que corrobora que ese organismo está dispuesto a jugar fuerte para evitar que la crisis de los bancos agregue presión extra a la ya golpeada economía estadounidense. Los inversores igualmente reaccionaron con desconfianza, que afectó más a las acciones bancarias. En Wall Street (donde algunos índices cayeron 1,60% pero el Dow Jones, el principal indicador de acciones industriales, subió 0,18%), el precio de las acciones de Lehman Brothers, un competidor directo de Bear Stearns sobre el que corrieron rumores de que sería la próxima víctima, llegaron a perder casi 50% en la jornada, pero terminaron cerrando con una baja del 20%. A su vez, los títulos de Goldman Sachs cayeron 3,7%; los de Merril Lynch, 5,3%; Citigroup, 5,9%, y UBS, 11,2%. Por su parte, los de Bear Stearns se desvalorizaron 84% (quedaron a US$ 4,81 por papel, un precio que más que duplica el de la transacción) y los de JP Morgan mejoraron 10,3%, atento a que, dadas las facilidades que el banco recibió, todo hace suponer que la Casa Blanca no podría dejarlo caer. "El golpe de la realidad es que hay muchos grandes bancos estadounidenses que están siendo desafiados y sólo un puñado de ellos siguen siendo sólidos en verdad", explicó ayer la compañía de investigaciones neoyorquina CreditSight, en un reporte sobre la evolución de la crisis. El caso Bear Stearns aumentó la propensión que muchos inversores ya venían mostrando a poner su dinero en los activos que se consideran más seguros, aun a costa de resignar ganancias. Después de todo, la consigna para ellos dejó de ser "ganar" y pasó a ser "no perder". En este marco, la demanda hizo trepar nuevamente los precios de los bonos emitidos por el Tesoro de Estados Unidos, lo que deprimió su tasa de rendimiento a 3,33%, en el caso de la deuda emitida a 10 años de plazo, el menor nivel desde junio de 2003. Por Javier Blanco De la Redacción de LA NACION
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario