sábado, 15 de marzo de 2008

Teoría del panqueque

Teoría del panqueque

Por Norberto Firpo
Para LA NACION

Sábado 15 de marzo de 2008

En opinión del licenciado Androcles Peribáñez, un certero observador y analista de asuntos públicos –algunos de ellos no necesariamente indecorosos–, el sistema político que por estos días rige en la Argentina tiene el mérito de resultar muy voluble, ya que con especial denuedo propicia frecuentes y oportunos trasvasamientos cívicos. Vale la pena atisbar el rico andamiaje intelectual que impulsa al experto a decir lo que piensa, una virtud ciertamente temeraria de tan prestigioso hombre de letras. Oportuno es recordar que tal condición constituye mérito esencial de su más reciente libro, Harry Potter en el Indec, una biografía no autorizada de Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, que acaba de agotar ocho ediciones en apenas una semana. Indudable regocijo anima a Peribáñez a verter manifestaciones de este carácter: “Las tendencias de nuestra política de cabotaje se adecuan al sentir de la clase que tiene, ocasionalmente, la sartén por el mango… A ojos y sentimientos de la dirigencia intermedia, el actual oficialismo irradia un encanto y una seducción irresistibles, que reducen a hilachas a la benemérita oposición. Eso no ocurría décadas atrás… Por entonces, cualquier chusco dirigente del ramo se reconocía en la obligación de guardar fidelidad a sus ideas y a la agrupación cívica que las sustentaba, así como tanto ingenuo ciudadano se imaginaba condenado a compartir los desencantos del partido al que ofrendaba su militancia, acaso un partido de morondanga, cuyo triste destino manifiesto era el de padecer en carne propia recurrentes frustraciones”. De acuerdo con Peribáñez, los tiempos han cambiado, afortunadamente. “Quienes tienen la sartén por el mango son auténticos chefs de la política y han impuesto la teoría del panqueque institucional, cuya receta estipula que las masas, convertidas en fritanga, sean sometidas a constante revoleo. De ninguna otra manera –conjetura– puede entenderse que la Cámara Nacional Electoral registre hoy un récord histórico de 716 partidos inscriptos, el doble de los que existían hace diez años… Sin duda, los dirigentes políticos, de cuya aguda perspicacia nadie duda, Dios nos libre, han dado en la tecla, han procreado un amplísimo repertorio de corrientes de pensamiento, cada una entre monárquica y republicana, como bien aconsejan las circunstancias, y cada una más o menos representativa y jabonosamente federal, con la plausible intención de que capitostes y meros ciudadanos puedan mudar de ideas y de partido cuando se les antoje. De panqueque somos… y, cada vez más, ésa es la realidad.

1 comentario:

Luis Induni (Coordinador) dijo...

Los enfoques de Firpo son, por un lado humorísticamente ciertos y, también lamentablemente ciertos. En el comentario de hoy resulta evidente que el accionar "político" de el Turco, Chupete, el Alfredito, el Cabezón, el Pinguino y hoy su consorte, han producido el milagro de evaporar la vocación cívica de la mayor parte de la ciudadanía, ya que solo se expresa a través de cortes de calles, rutas, puentes o simples reclamos de todo tipo. Y los 716 partidos son una demostración cabal de la falta de guías sólidas que encolumnen a las infaltables dos o tres alternativas que exhiben las verdaderas democracias. Hoy nos hemos retraído a lo nuestro de cada día, léase familia, trabajo, salud y seguridad, pero pareciera ser que hemos terminado odiando la política grande. La culpa de esto recae sobre nosotros? Yo creo que sí, pues nos hemos entregado mansamente a que nos maneje cualquiera.
Lector de La Nación