miércoles, 19 de marzo de 2008

Bajo la bandera de los derechos humanos se han alineado delincuentes comunes, narcotraficantes y terroristas

Latinoamérica se caracteriza por la política de "dejar hacer" y es así como bajo la bandera de los "derechos humanos" se han alineado, delincuentes comunes, narcotraficantes y terroristas apoderándose de las sociedades e incrementado su poder político y económico.

Escribe Horacio Dupuy

La logística que emplean podría ser envidiada por muchas grandes empresas multinacionales... una red de comunicaciones por medio de celulares les ha permitido que los hechos de violencia se realizaran en varios lugares y en forma sincronizada.

San Pablo arde, pero no debe ser tomado esto como un hecho aislado, son las consecuencias de la tolerancia hacia el delito, de permitir que ciertas organizaciones mafiosas se apoderen de la sociedad, su poder económico siempre es tentador para ciertos operadores políticos que no desconocen que con semejantes atributos se pueden sostener, derrocar o propiciar una forma de gobierno que les sea útil a sus fines...

Esta violencia siempre estuvo latente causada por la actitud de los injustos, la apatía de quienes no tenían urgencias y sobretodo por los que negociaban el futuro para obtener pingues beneficios en el presente. El señor feudal, el oportunista político y los "indiferentes" son los verdaderos responsables de tanta violencia.

La historia siempre se repite y no aprender de ella, solo causa mayores sufrimientos a los pueblos.

Hoy los gobiernos se inclinan ante terroristas y narcotraficantes para mantener una paz "negociada" que por serlo, es ficticia. Está ampliamente demostrado que al menor síntoma de establecer un poco de orden, todo estalla. El fuego se ataca cuando comienza y por su base, porque si crece, es incontrolable...

Todo esto causado por...

Esa droga llamada Poder

El poder, lo que se llama poder absoluto solo se logra por medio del temor y se complementa con la compra de voluntades, esa es la forma habitual de construir una dictadura (suma del poder público) que luego degenera inevitablemente en una tiranía (abuso de autoridad)...

Saben, quienes tienen estos objetivos, que las masas sólo necesitan ser halagadas y que fácilmente sucumben ante arengas reivindicatorias sobretodo si son acompañadas por unas pocas monedas hábilmente esparcidas, sin embargo hay otro sector de la sociedad que intuye lo que sucede, pero que solo actúa cuando ve peligrar sus intereses personales.

Esto aconsejaba Maquiavelo y sus imitadores que aún en el siglo XXI, siguen sus enseñanzas.

Sin embargo, la historia nos indica y no sería impropio recordar, que los dictadores jamás han conseguido arribar a un final feliz, algunos han terminado sus días trágicamente y todos en general difícilmente, han podido disfrutar de los beneficios que creyeron conseguir... La sospecha y la traición son sus compañeras de ruta.

Hay quienes no comprenden que el universo es dual, que la ley de causa y efecto es inexorable.
El poder absoluto genera sumisión servil, un alimento indispensable para crear resentimiento, esta es la antesala del odio que normalmente desemboca en furia incontenible.

Los insensatos pretenden desconocer que quien compra alianzas o voluntades no debe esperar fidelidad, los supuestos aliados que se adquieren con sobornos, se transforman con el tiempo en jueces implacables.

En el Universo, todo se resuelve por "verdadero" o "falso", como en una computadora y esta dualidad sólo se transforma en una trinidad cuando incorpora el tercer elemento, el equilibrio, que solo se logra cuando la acción se inspira en objetivos nobles, cuando se aquieta la voz de la conciencia.

En la ambición desmedida abundan los PORQUÉ pero difícilmente se puedan explicar los PARA QUÉ y cuando llega la respuesta a este interrogante, es generalmente tarde para rectificar...

El poder seduce prometiendo felicidad, pero al no ser posible de compartir, produce aislamiento, soledad y estos sentimientos siempre están acompañados por la duda y la sospecha de traición. En estas condiciones generalmente todo se realiza compulsivamente, para huir de la realidad se recurre a la ostentación, a la suntuosidad insolente propia de quien descubre tarde los placeres materiales o a la ira irrefrenable ante situaciones adversas, generalmente provocadas por la propia incompetencia...

Los creyentes le temen a Dios, los ateos, por lo menos, deberían sentir respeto por la verdad, porque cuando ésta se presenta y el hombre toma conciencia del mal que ha provocado, comienza a construirse ese infierno personal, que por serlo no perdona y en el logro que se cree haber obtenido reside el peor de los castigos.

Ningún dictador muere en paz porque cuando evade la justicia de los hombres, al final de sus días, la muerte se encargará de hacerle recordar lo que intenta olvidar... Nadie puede dejar de oír las voces de quienes han sido sus víctimas, porque el juez que habita dentro de cada hombre es insobornable.

Se debería recordar que existe la costumbre de confundir éxito con notoriedad, el primero se consigue con la satisfacción del deber cumplido, para lograr el segundo puede bastar un simple desnudo, una actitud reprochable o simplemente "ser noticia".

A medida que avanza la evolución se pierden derechos y se adquieren mayores responsabilidades, quien está dispuesto a "saber" o a "poder" no debe ignorar los riesgos que corre...




La Argentina incomprensible

Los argentinos aman la democracia, pero parecen carecer de conciencia republicana. En busca de su futuro buscan el hombre providencial que solucione su futuro y dejan de creer y sostener sus instituciones, que son las que les garantizan la libertad.

Así es común apreciar como lo individual supera a lo colectivo, "a mi me va bien" prevalece sobre "al resto le va mal" y sobretodo es evidente que los que más sufren las consecuencias del rumbo equivocado, siguen tolerando la corruptibilidad de sus líderes.

Pero existen sociedades que se hermanan con el éxito cuando Argentina parece alejarse de el... esto encontraría una explicación: la diferencia en el contenido de los discursos políticos, algunos plagados de expresiones de deseo de difícil concreción, otros derraman sabiduría...

¿Alguna vez alguien escuchó algo parecido de un político argentino?

No llegarás a la prosperidad despreciando a la Economía.
No puedes fortalecer al débil, debilitando al fuerte.
No puedes ayudar al obrero, degradando al que le paga su salario.
No promuevas igualdad de los hombres, incitando al odio de clases.
No puedes ayudar al pobre destruyendo al rico.
No puedes establecer seguridad bien fundada con dinero prestado.
No puedes ayudar a los hombres haciendo lo que ellos podrían hacer.
No puedes dar al hombre valor y carácter quitándole su iniciativa y su independencia.

Firmado: Abraham Lincoln

Horacio Dupuy

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