martes, 18 de marzo de 2008

La Argentina y la inversión extranjera

Editorial I
La Argentina y la inversión extranjera

Martes 18 de marzo de 2008

Publicado en la Edición impresa
Noticias de Opinión de La Nación


El último informe de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) corroboró que la Argentina dista de ofrecer el mejor clima para generar negocios y atraer nuevas inversiones productivas, debido a una serie de factores que inciden negativamente en el ánimo de quienes tienen la responsabilidad de tomar esas decisiones. El estudio deja al descubierto el brutal contraste entre los resultados de la Argentina y los otros países de la región en materia de ingresos por inversión extranjera directa (IED). Mientras esos ingresos crecieron durante 2007 el 84 por ciento en Brasil, el 82 por ciento en Chile, el 35 por ciento en Colombia, el 29 por ciento en Perú y el 28 por ciento en México, la Argentina, de acuerdo con un informe del Ministerio de Economía, exhibirá un flujo cercano a los 5500 millones de dólares en inversiones extranjeras directas, que implican apenas un incremento del 12 por ciento respecto de los ingresos producidos en 2006 que, según las cifras preliminares de la Cepal, fueron de 4840 millones de dólares. La inversión extranjera directa se ha convertido en un factor clave para regiones como América latina, ya que se trata de una contribución sustantiva en su proceso de reestructuración económica, al permitir la implementación de nuevas tecnologías y formas de producción, y posibilitar un mayor crecimiento. Además, resulta esencial para la diversificación de la estructura productiva y del comercio exterior, así como para superar la limitación de los recursos internos para atender las necesidades nacionales en infraestructura. Para el director de Análisis Macroeconómico de Cepal Argentina, Daniel Heymann, el país tiene una tasa de inversión respetable (cerca del 23 por ciento del PBI), parecida a la mayoría de los países de la región. Sin embargo, admitió que "hay una cuestión de incertidumbre no sólo en términos macroeconómicos, sino del financiamiento de largo plazo". El ex economista jefe del Banco Mundial para América latina Sebastián Edwards señaló que "hay una percepción de los inversores de que no existe un respeto importante por los derechos de propiedad privada en la Argentina". Mencionó, en ese sentido, los problemas derivados del retraso tarifario, las retenciones a las exportaciones, la animosidad hacia las empresas extranjeras (citó el caso de la petrolera Shell), la falta de seguridad en el suministro de energía y la desconfianza en las estadísticas oficiales. En tanto, el ex secretario de Industria Dante Sica afirmó que "la Argentina no provoca confianza tanto por lo que pasó en 2002 como por el actual grado de intervención en los precios, a diferencia de lo que ocurre con Brasil y México, que están a punto de ser calificados por el grado de inversión por las agencias de riesgo". Indudablemente, las empresas son actores determinantes en la generación de un mayor nivel de actividad económica y todo aquello que contribuya a crear condiciones para su crecimiento y para el surgimiento de nuevos emprendimientos redundará en beneficio de toda la sociedad. Ello sólo es factible cuando existe un marco institucional sólido y previsible que consolide la actividad empresaria, cree empleo, sostenga el bienestar de la sociedad y permita dar el salto en la inversión que asegure un sendero de desarrollo sostenido. Aun cuando es innegable que, en términos del PBI, la IED en nuestro país ha alcanzado en los últimos años un nivel elevado respecto de los anteriores registros, queda la triste sensación de que la Argentina no ha podido o no ha sabido aprovechar las oportunidades que se han presentado para las economías emergentes en estos tiempos, como sí lo han hecho Brasil, Chile o Colombia.

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