Posiblemente al pedido de retrotraer los porcentajes que se pretende aplicar a la soja, se agreguen otras que podrían incluir el pedido de renuncia del secretario de Comercio interior, Guillermo Moreno y hasta del mismo ministro de Economía.
El gobierno no entiende la realidad del nuevo escenario que se inauguró a partir del anuncio de las nuevas medidas fiscales, anuncio que fue algo así como el detonante de un problema que se incubaba desde hace mucho y necesitó "la gota que rebalse el vaso" para exteriorizarse con una intensidad que no es completamente reflejada por los medios periodísticos. La producción, sin diferencias entre sectores internos o pertenencias a las diversas entidades representativas, se ha lanzado espontáneamente a exigir correcciones y poner de manifiesto el hartazgo por lo que ocurre, creándole al gobierno un serio problema político que el gobierno mismo se encarga de profundizar. En vez de descomprimir lo que ocurre, el kirchnerismo tomó el camino inverso y buscó agredir al campo a través de los noticieros electrónicos que controla o del piquetero Luis D’Elía que convocó a una concentración para el próximo jueves frente a las instalaciones que la Sociedad Rural Argentina posee en el centro capitalino. La ignorancia que representa esta medida se evidencia en el lenguaje empleado por D’Elía clásico de los años cuarenta y de los comunicados de las bandas guerrilleras de los setenta y la falta de entendimiento de lo que significan las otras grandes instituciones, como el movimiento confederado adherido a CRA o aquellos pertenecientes a la Federación Agraria y CONINAGRO, su brazo comercial cooperativo. Como si esto fuera poco, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, repitió anoche conceptos parecidos y demostró que no entendía la realidad socio económica del campo, de las bases que sin distinciones salió a las rutas a manifestarse y adoptar actitudes directas y al hecho que todos conocen menos los funcionarios: los piquetes rebasaron a las mismas instituciones representativas de la producción y quienes lo integran gozan de la simpatía expresa de otras actividades, como los comerciantes, profesionales del interior y de todo aquel que directa o indirectamente está vinculado con el campo. Más aún y frente al hecho concreto del desabastecimiento que se agudizará la semana próxima, la opinión pública se identifica con el movimiento y acepta los inconvenientes que se producen.
La falta de combustible se agudizará antes de que concluya la Semana Santa y a esta altura de los acontecimientos se registran faltantes de diversos productos en las góndolas de los supermercados.
Quienes tuvimos la oportunidad de concurrir a distintos piquetes del centro de la provincia de Buenos Aires, pudimos observar el grado de decisión y organización de quienes comenzaron a formar un movimiento de intensidades imprevisibles. Se organizan turnos rotativos, hay grupos logísticos que suministran alimentos y atienden a quienes pasan horas y horas al frente de los cortes y hasta vuelan aviones que sin que se los pidan, recorren los distintos cruces de rutas para recoger información. En algunos casos, hubo camiones que intentaron forzar el paso pero desistieron cuando pudieron apreciar que era verdad de que "a tiros te quedás sin gomas", bastante caras, por cierto. Otro factor que coadyuva a profundizar este estado de cosas, es el grado de conocimiento personal que existe en el interior entre quienes desempeñan distintas actividades, especialmente cuando éstas giran en torno del agro. Desde el policía, el camionero local, el agricultor o ganadero, el mecánico, el médico o el abogado, suelen conocerse desde la infancia, tienen amigos comunes y lazos de parentesco que se afirman en medio de la crisis. Por lo general, de una u otra forma, todos están vinculados con el agro y saben que si éste carece de recursos "todos perdemos", un componente del que existe memoria entre la población
De allí que el anuncio que acaba de formular el secretario de la CGT, Hugo Moyano, en el sentido de que enviaría camiones a romper los piquetes, añade un factor de alarma y de segura profundización del conflicto. "Que vengan y veremos quien gana", se oye decir en los distintos piquetes de productores, por lo que puede vaticinarse que el propio gobierno acelerará y profundizará un problema cuya única salida es la reducción de las retenciones y la creación de una política agropecuaria, hasta ahora totalmente inexistente.
Por otra parte, en lo que podríamos definir como "los estados mayores de los piquetes", se afirma que éstos se extenderán hacia otros puntos del país "llueva o no llueva", que superarán ampliamente los más de 400 cortes que existen hasta el momento y que "Moyano sólo controla al sector camionero de la Capital Federal", insuficiente para actuar como lo pretende. A esto debe agregarse la reticencia de los dueños a exponer sus unidades de transporte, de gran valor, a que sean incendiadas, volcadas o destruidas por otros medios. A Moyano el cargo le permitió convertirse en estanciero, pero en este caso se puso al servicio del Gobierno que le facilitó las condiciones nunca explicadas, de crecer económicamente mientras sus asociados se dedican a manejar kilómetros y kilómetros.
Por otra parte, el fenómeno que comentamos no solamente incuba una faceta económica que impide a los productores cumplir, entre otras, con sus obligaciones crediticias, todo lo cual, sumado al estado de ánimo agravado y acelerado después de tantas horas en las rutas y a las agresiones verbales de los funcionarios, no puede desprenderse de otro hecho en el cual pocos han reparado: las retenciones son un impuesto nacional cuyos fondos caen en un pozo negro, sin mayores explicaciones oficiales. De allí que no son pocos los gobernadores e intendentes municipales que se incorporan todavía en silencio, al movimiento agropecuario que lidera un estado general de protesta y requiere una unidad de conducción que hasta podría tener un importante destino político.
Por Carlos Manuel Acuña
sábado, 22 de marzo de 2008
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