lunes, 31 de marzo de 2008

Maní con Chocolate

Por María Zaldívar


Impresionan las escasas sincronías que alcanza este gobierno, genéticamente desacompasado de la realidad y autista en materia de políticas públicas y de armonías mínimas, lisas y llanas.
Ni se imaginaba Cristina Kirchner que en el mismo instante en que ella lamentaba en Parque Norte la desaparición física de Discépolo, el canal oficial, ese que mantenemos entre todos para un raquítico puñado de televidentes, coincidía con su homenaje.

Mientras los canales privados seguían en directo las instancias de la crisis nacional provocada, alentada y fogoneada por la administración central, canal 7, “La Televisión Pública” ponía al aire una producción propia que si hubiese sido al menos graciosa, se hubiese salvado del calificativo de mamarracho.

Una porquería titulada “Maní con chocolate” recorría el país a través del canal oficial mientras el partido gobernante reeditaba la liturgia peronista con obscena prescindencia del tiempo transcurrido. Banderas con la cara de Eva Perón y mucho trapo rojo flameaban alrededor de la Presidenta, rodeada de los funcionarios de turno, súbditos todos (condición sin la cual es imposible integrar esa corte) y los infaltables gestos externos de este peronismo no corregido pero sí aumentado: Luis D´Elía, Estela Carlotto y Hugo Moyano o, en realidad, lo que ellos representan. Porque en la traducción de esos nombres está el verdadero sentido de la preocupación ciudadana: alrededor de Cristina Kirchner estaban y están las fuerzas de choque para-policiales que su gobierno prohíja; los focos pro-terroristas sobrevivientes y/o descendientes de las milicias de los ´70 y el sindicalismo, caja inagotable de recursos para fines varios.

Se vio una Cristina fiel a sus tics: la mano en el corazón al sonar el Himno Nacional como sólo le vimos hacer a George Bush; el permanente revoleo de los micrófonos; su gesto ojerizo; la afectada espontaneidad que intenta entre repeticiones y pausas afirmada en la convicción de que es una buena oradora porque improvisa; porque enhebra la Biblia con el calefón se podría decir a propósito de su referencia al autor de su propia descripción.

Esta vez evitó declarar su hegelianismo pero se le hizo imposible controlar su debilidad por victimizarse aunque el recurso del género, tal vez por remanido, no pareció desgarrar a un auditorio poco sensible, más proclive y acostumbrado a deambular por las calles en el anonimato de la cara envuelta, con un palo en la mano a la caza de la “puta oligarquía” que D´Elía está dispuesto a matar con sus propias manos.

Los militantes intentaban cánticos pero ella quería que la escucharan y por eso les pidió varias veces que se callaran; insistía con el realismo mágico. Mientras las hordas transportadas como ganado en pie hasta el acto hacían flamear la cara del Che Guevara, ella desplegaba argumentos que exponían sin velos la estatura intelectual del discurso o, quizá, la escasez de razones.

Lo cierto es que los logros de Cristina en sus primeros cien días de gobierno han sido cuantiosos. Unificó sectores de la producción históricamente dispares; sacó a la calle a la clase media, por naturaleza poco afecta a las masividades; hubo de replantear su discurso en cuarenta y ocho horas al son de las temidas cacerolas; refrescó la memoria de los grandes y dio una clase de genética peronista a los jóvenes con la invalorable colaboración del profesor D´Elía; y encima, tuvo que pedir “humildemente” algo a alguien en público, probablemente por primera vez en su vida.

El conflicto continúa porque ni ella ni los cerebros que la rodean están dispuestos a generar recursos legítimos y quieren seguir adueñándose de la renta ajena. Nos esperan días complejos en los que la escalada de violencia trepará por obra del fogoneo oficial.

Los sectores afectados ya somos todos. El campo, las retenciones móviles, la angurria oficial fueron el principio. Lo que sigue es peronismo puro, con sus odios y sus métodos que incluyen arbitrariedad en el ejercicio del poder; persecución para algunos, violencia callejera para los que pretendan disentir, intransigencia para todos, y maní con chocolate para la gilada.


Lic. En Ciencias Políticas (UCA)

No hay comentarios: