domingo, 30 de marzo de 2008

El Gobierno es un barco a la deriva

El Gobierno es un barco a la deriva

La intimidad de la patética reunión de los ministros y los dirigentes del campo. El problema de una presidenta ausente, el doble comando y un gravísimo conflicto librado a su propia dinámica.

Por Ignacio Fidanza 19:14


Cristina y Néstor en Parque Norte.

“En que quilombo nos metieron”, abrió el diálogo intentando hacerse el simpático, el jefe de Gabinete Alberto Fernández. “Mira acá vinimos a discutir políticas para el campo, no a dar explicaciones”, lo cruzó de entrada un dirigente de la Federación Agraria. Ese fue el inicio de una reunión que empezó mal y terminó peor.

La bronca de los dirigentes tenía sus razones. El gobierno los encerró en la Sala de Situación de la Casa Rosada a las seis de la tarde y hasta las siete nadie se acercó ni siquiera para ofrecerles un vaso de agua. El maltrato de las personas ya es un rasgo compulsivo del kirchnerismo –como la soberbia que no alcanzan a disimular por más esfuerzos que hacen, cuando los hacen- que atenta contra sus propios intereses.

Finalmente las puertas se abrieron para dar paso al primer grupo Alberto Fernández, Martín Lousteau, Javier de Urquiza y el técnico de Economía Gastón Rossi, supuesto ideólogo de las retenciones móviles. Luego por si hacía falta sumar una provocación ingresó al salón Guillermo Moreno, uno de los hombres mas resistidos del sector, emblema de la destrucción del mercado de carnes y lácteos.

Durante las largas horas previas a la reunión, cuando se negoció levantar el paro, se había acordado un largo temario. Pero la sorpresa de los dirigentes del campo fue total al comprobar que Alberto Fernández se limitaba a enunciar los ítems, como ser, “el problema del costo de los fletes para los pequeños productores”, sin aportar ninguna propuesta de solución.

Así pasaban las horas, hasta que fue el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, interrumpió a Alberto: “Mirá tenes que entender que todo el país está con las rutas cortadas, o suspendes el aumento de las retenciones por 90 días o esto no tiene solución".

“Ni en pedo lo suspendo”, fue la respuesta del jefe de los ministros. A su lado, Lousteau asentía pálido. El titular de Economía recibió en silencio toda clase de reproches por su “idea” de las retenciones móviles. Fue, por lejos, el más criticado. Guillermo Moreno feliz con la situación parecía un abuelo bonachón y se mostró amable y componedor con los dirigentes del campo, a quienes campechano, trababa de “muchachos”.

Pero lo más patético fue ver como los funcionarios abandonaban el salón, cuando la conversación llegaba a situación de definición para llamar, no a la Presidenta, sino a su marido.

Cristina Kirchner se limitó a un breve saludo protocolar y luego de encabezar un acto de entrega de viviendas en otro salón –como si el conflicto con el campo fuera un tema menor-, partió en el helicóptero.

Amores que matan

Así, en las horas críticas de la negociación, la Presidencia eligió entregar el pulso político de una negociación en la que juega gran parte de su capital y prestigio. Estrategia de ausencia que lejos de protegerla le está causando un severo daño.

Sus ministros, sin otra línea e inteligencia que la guerra total que propone Néstor Kirchner, no consiguen la paz necesaria –salvo que se piense que son absolutos incapaces- para elaborar al menos un menú básico de medidas para poner sobre la mesa.

El daño sin embargo no termina allí. Cada iniciativa de “protección” de Cristina que ensaya Néstor, termina multiplicando el rechazo a la Presidenta. Las patoteadas de Hugo Moyano y Luis D´Elía, no derivan en un descenso de la popularidad del ex presidente, sino que afectan directamente la imagen de su mujer.

Así, al entregar Cristina el nervio político de su gobierno se convierte en una víctima
–se supone involuntaria- de los dispositivos que despliega su marido, quien al parecer tiene serios problemas para manejarse en un entorno en el que no puede apretar o comprar al que no piensa como él.

Doble discurso

Que el kirchnerismo es el reino del doble discurso ya no sorprende. A esta altura más bien parecen víctimas de una extraña patología que los lleva a defender exactamente lo contrario de lo que piensan. Esto también se aplica al campo.

Mientras la Presidenta y sus funcionarios se llenan la boca defendiendo a los “pequeños productores”, lo cierto es que sus políticas han contribuido a la mayor concentración que haya conocido el sector. Y no fue un proceso ingenuo. Es el ADN del pensamiento corporativo kirchnerista, que quiere pocos actores, dependientes del poder, para administrar el país sin dar mayores explicaciones. Una breve mirada por otros rubros de la economía sirve de ejemplo. Una frustración de la Casa Rosada es que no logra concretar el mismo proceso en el heterodoxo mundo rural.

Un bienintencionado y nostálgico funcionario propuso días atrás a Guillermo Moreno recrear el viejo IAPI peronista que monopolizó las exportaciones del agro comprando a miles de productores. La respuesta del funcionario habla mucho de la concepción del poder de este Gobierno: “No, eso no funciono porque eran miles de actores, acá hay que concentrar todo en tres o cuatro y manejarse con esos”.

Un hombre que nadie puede acusar de nostálgico golpista como el cineasta Fernando “Pino” Solanas –que bien podría ir preparando una segunda parte de “Memorias del Saqueo”- sumó argumentos: “Desde que asumió Kirchner disminuyó la cantidad de pequeños productores de 450 mil a 300 mil”.

En la Federación Agraria tienen muy claro que en rigor lo que el Gobierno no tolera es esa enorme masa de productores que no están a tiro de subsidio y sólo quieren que los dejen trabajar en paz. Como sostiene el viejo dicho del liberalismo económico: “No necesito que el gobierno me dé una mano, alcanza con que me quite las dos de encima”.

El líder federado Eduardo Buzzi, desnudó la falacia: "Durante 2007, por ejemplo, un 36 por ciento de los 1500 millones de pesos que se entregaron por compensaciones, fueron a parar a Mastellone, Molino Cañuelas, Molinos Río de la Plata, Sancor y AGD –del senador y multimillonario kirchnerista Roberto Urquía-. Este tipo de reintegros nunca llega a los productores, y además ha demostrado profundiza la concentración”.

Pasión por dividir

Los líderes de las asociaciones rurales tienen muy claro que la apuesta del Gobierno es dividirlos. Para ello intentan seducir a Buzzi con una subsecretaría de Agricultura y algunas compensaciones vaporosas a los pequeños productores, para fletes y agroquímicos –nada definido-. Hasta ahora el líder de la Federación a resistido con dignidad, ya le mintieron demasiadas veces los mismos interlocutores que hoy lo cubren de halagos y guiños cómplices. Pero nunca se sabe.

También tienen claro los líderes agropecuarios que lo más parecido a un Caballo de Troya que han visto en su vida es el presidente de la asociación de cooperativas, Fernando Gioino, uno de los primeros de apoyar fuertemente la idea de levantar el paro, apenas terminó de hablar Cristina Kirchner el jueves pasado.

Las razones son evidentes: Gioino es el ejemplo de lo que quisieran los Kirchner para el agro. Este dirigente representa a Sancor, la destruida empresa láctea –entre otras cosas por el propio gobierno que no permite exportar leche a precios internacionales-, que vive de los subsidios de la Casa Rosada y las inconstantes “ayudas” económicas del venezolano Hugo Chávez.

El problema de Gioino es que el otro gran socio de Coninagro, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), vive de la exportación de soja, y en esta pulseada se le va la vida. Por eso, el vice de la entidad que representa a ACA, Carlos Garetto, ha logrado mantenerlo a flote en la línea de combate.

Rubén Llambías de CRA es quien más trabaja hacia adentro por lograr el consenso entre las cuatro entidades, que tan buenos frutos le ha dado al campo en esta instancia clave, mientras que Luciano Miguens de la Sociedad Rural, muy lejos de la imagen demonizada del estanciero maligno que emite la Casa Rosada, es un hombre bonachón y sensato, que sencillamente encarna el hartazgo de sus representados con una política que vive del campo, pero se dedica a estigmatizarlo.

Lo que está en juego

¿Por qué se resiste de manera tan cerrada el gobierno a suspender la medida por 90 días? Muy sencillo en el norte del país ya comenzó la época de cosecha de la soja, que en abril llegará a la zona núcleo, estos es Santa Fe-Buenos Aires. Es esa cosecha la que está en discusión. Esto lo saben los chacareros y por eso no pueden ceder. Perderían el trabajo de meses, porque los costos sencillamente no les cierran con retenciones del 44 por ciento. Y eso lo sabe el Gobierno que necesita ese dinero.

Por eso, el verdadero drama es que el gobierno está atrapado –una vez más- del esquema económico que creó Néstor Kirchner. Un dispositivo que sólo puede mantener el creciente tinglado de subsidios –a la energía, el transporte, las industrias, etc- y aumentos de jubilaciones, crecimiento de la deuda y obras públicas faraónicas –que encima no se siempre concretan- con mayores necesidades de caja.

Así, las opciones son seguir aumentando la presión tributaria o comenzar a sincerar las variables lo que podría agravar el problema de la inflación. Una verdadera encerrona.

Alguna vez ese genial escritor y peronista que fue Leopoldo Marechal, dijo: “De los laberintos sólo se sale por arriba”. Bueno todo indica que el momento llegó, habra que ver si Cristina Kirchner tiene alas para desplegar un vuelo propio, que le permite abandonar el laberinto que edificó su marido.

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