martes, 18 de marzo de 2008

Los éxitos de un gobierno vs. los fracasos de un pueblo

Los éxitos de un gobierno vs. los fracasos de un pueblo

Por Gabriela Pousa

Mientras los argentinos buscan denodadamente una esperanza y un futuro mejor, el Ejecutivo enumera logros y números que nadie entiende qué son, ni para qué sirven.

A Daniel que la tipeó…“Sin duda, nada es más natural hoy en día que ver a la gente trabajar de la mañana a la noche,y enseguida elegir entre el alcohol y el juegoel modo de perder el tiempo que les queda por vivir.”Albert Camus, “La Peste”.

Allí donde haya morbo o espectáculo gratuito, el pueblo argentino suele estar. No se lo ve unido en muchas otras oportunidades más. Quizás alguna peregrinación como excepción que confirma la regla: esa necesidad de creer y esperar… En cambio, en las dos situaciones anteriores el compromiso está ausente y sólo opera como mecanismo de convocatoria un alocado afán de pertenencia, la masa regresa a su conformación amorfa y puede observarse algún dejo de movimiento popular. Se trata de un ansia que se justifica cuando no se pertenece más que a la duda, al hastío y al desencanto. Cuando la desunión ya caló hondo en la idiosincrasia nacional. Cuando para un argentino lo mejor no es otro argentino, parafraseando elípticamente al General. En materia política se dice que vuelve el peronismo (nadie sabe a ciencia cierta si, alguna vez, se fue). Sí es dable admitir que su esencia se ausentó muchas veces, pero sus métodos no lo sé. Lo cierto es que con ese “regreso” algún bombo furtivo puede referenciar un pasado que ya no es. La Argentina de Perón dista considerablemente de esta Argentina de siglo XXI tan difícil de entender. Por más esmero que ponga el ex jefe de Estado, no habrá más plazas de Mayo espontáneas colmadas de fervor, no hay ni habrá fanatismo capaz de paralizar al país y mantenerlo en vilo frente a los medios para saber la suerte que corre un o una Presidente si acaso su salud languidece. No hay ni habrá carisma que atraiga por sí misma sin otros artilugios como el choripán, el micro que moviliza o el corte de calles para facilitar la afluencia masiva. Nadie derramará lágrimas por una renuncia y si hay aplausos y cánticos alusivos a un determinado acontecimiento responderán tan solo a ese acto reflejo que provoca la mimetización con el prójimo ya sea en un partido de fútbol, en una puesta en escena sindical o partidaria o como está sucediendo este fin de semana, en un acto evangélico. La Argentina cambió. La oligarquía vacuna cuanta el ganado con los dedos de la mano, las vacas no están gordas ni flacas, no están. Los precios que suben y bajan son arbitrarios y no explican el conflicto real del campo. Guillermo Moreno no puede garantizar combustible para Semana Santa, tampoco obrar de voz de la conciencia para que no se coma carne en nombre del Señor. Esta claro que ellos tienen otro Dios. Hoy, los conflictos entre partes se libran con ajustes de cuenta. Nunca se sabe quién ajusta, menos aún a cuenta de qué la vida vale una mera crónica periodística que escapa incluso a las reglas básicas de lo que debería ser: Nunca hay “cómo”, “dónde”, “cuándo” mucho menos “por qué”. La costumbre le ganó a la razón y la muerte es una noticia repetida día tras día. Accidentes automovilísticos para los cuales se buscan mil y una explicación tan ajenas a veces a las causas que espantan. ¿Pueden acaso un puñado de legisladores concientizar sobre el valor de la vida? Las conductas suicidas responden a un todo: a una vida que está siendo vivida sin que valga la pena, no a un plan de emergencia vial. Asesinatos, robos, violaciones, liderazgos mediáticos, promesas incumplidas, autoridades con responsabilidades que no se toman, con obligaciones que se desdeñan, desengaños, consumo que se ofrece sin que se pueda llegar a comprarlo, familias destrozadas por causas que no ameritan análisis de ningún tipo, droga, sexo a bajo precio, valores y principios perdidos en la noche de los tiempos en pro de negocios que reditúan, y el número final es la única excusa. Semana Santa ya es motivo para viajar no para rezar… Hay “previas” para el alcohol, “previas” para un descontrol que ni siquiera conduce a la diversión. El 78% de los adolescentes no están felices con la vida que llevan. ¿Entonces…? Padres ausentes, modelos obsoletos, ídolos de barro, liftings y cirugías para medir la belleza, luchas absurdas contra el paso del tiempo y un desdén por las canas y las arrugas que hizo multiplicar en menos de 3 años el número de geriátricos. En este contexto, debatir los logros del Gobierno carece de sentido hasta para un analista político. Sin embargo, podemos hacerlo en una enumeración simplista y rápida. Hete aquí, entonces, los proclamados éxitos desde el atril presidencial:• Crecimiento económico del 10,1% en enero• Accesos a Internet que aumentaron un 16,5% en 2007• Reservas en el Banco Central: 50 millones de dólares• Superávit de 1.164 millones de dólares• Aumento de exportaciones del 67% (5.639 millones de dólares)• Aumento de importaciones del 52% (4.475 millones de dólares)• Inflación nacional en enero: 1%• Recaudación tributaria: 14.535 millones de pesos Ahora bien, estos datos, la mayoría emanados del polémico INDEC, ¿nos habilitan para hablar de un país exitoso? El ciudadano medio no memoriza porcentaje alguno. ¿Cuántos argentinos saben de dónde salen o para qué son las reservas del Central o el superávit gemelo, siamés o mellizo? El ciudadano medio no atiende esos números porque está a la deriva sin saber qué vendrá. Por eso, si viene Luis Palau y es gratis y hay música y festejo, allí estará. En cambio, si convocan Néstor Kirchner o Hugo Moyano, pero sin ómnibus ni choripán, el ausentismo se hará notar. Así está hoy en pueblo argentino: buscando denodadamente grupos de referencia en lo barato, en lo fútil, en lo que no compromete, en lo que quizás no quita nada, aunque tampoco da. Los éxitos del oficialismo no le llegan, como no le llegó la canasta navideña ni la escolar, tampoco el huevo de Pascua promocional o el corte vacuno a bajo precio. Hay un crecimiento que es sólo para el Gobierno en la Argentina actual. Ellos festejan su triunfo personal. El resto busca festejar lo anodino, algo que les justifique seguir, día tras día, ganándose el pan. Paradójicamente, el crecimiento y la bonanza, proclamados a viva voz desde el Gobierno, nos van dejando un saldo considerable de muertos… y no sólo en los cementerios. A lo mejor, en vez de cuestionar el caos de tránsito que provocó la convocatoria evangelista en el Obelisco, sea mejor detenerse a pensar por qué un extraño moviliza a miles de ciudadanos, de los cuales muchos ni siquiera saben quién es, ni para qué vino o qué es lo que hace acá. © www.economiaparatodos.com.ar

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