Por Omar Saúl Gadea
Quienes levantan el estandarte llenando discursos con términos tan viejos como: "bien común", "nueva política" y "renovación”, dicen objetar la noción de la actividad política como disputa por el poder. Y se distinguen de los demás, porque en lugar de disputar el poder - según dicen ellos- la "nueva política" es la "búsqueda del bien común".
Todavía me sorprendo escuchando este argumento. ¿Verdaderamente creen, que algún político de cualquier pueblo, de algún color, de alguna latitud, intentaría sacar votos de otro modo que defendiendo, o decir defender, buscar, perseguir y/o anhelar el bien común? ¿Acaso la disputa en la arena política no suele ser entorno a cómo llegar a ese bien común?
La política, para quienes la estudian, y para quienes actúan en ella (reconociéndolo o no) es la acción en pos de alcanzar el poder. De otro modo, los políticos harían caridad, fundarían ONGs, donarían su tiempo para causas ajenas, o realizarían cualquier otra actividad alejada de la arena política. Esto en sí no es malo y no debe ser asociado como la búsqueda del poder "a cualquier precio". Del mismo modo que la actividad económica, se centra en la búsqueda de un beneficio, y no por ello implica que el empresario mate, esclavice, torture y extorsione para obtener un mayor beneficio, la búsqueda del poder, también está limitada por la moral de quienes actúan en ella.
Esto nos lleva al segundo punto recurrente en los discursos de los flamantes "amateurs" de la política: el pragmatismo. Así como algunos, se horrorizan con la idea del pragmatismo en la política, otros pretenden exagerar este término y asociarlo con la falta de límites morales. Ser pragmático es una necesidad de quien actúa en el mundo real, sea económico o político. Ser ladrón, corrupto o asesino no son condiciones necesarias ni suficientes del pragmatismo. Ser pragmático y amoral o inmoral son cosas distintas.
Sí, la política es la actividad de quienes disputan el poder por vías no violentas. Lo que hagan con el poder y los límites que se ejerzan sobre este poder dependen tanto de la moral de quienes la practican como de la demanda de la sociedad en la que actúan. Comprender esto es fundamental para subir cualitativamente el nivel de una actividad necesaria para el funcionamiento de la democracia.
La política en la argentina, hoy, más que nunca, es una actividad que requiere del compromiso y el involucramiento de personas con una moral intachable para poder construir un sistema democrático digno de una sociedad que pretenda prosperar y avanzar hacia el futuro en forma pacífica y ordenada.
miércoles, 12 de marzo de 2008
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