miércoles, 12 de marzo de 2008

Historia: La Democracia Cristiana en la Argentina

Introducción:

Ricardo G. Parera nos dice en su libro que es imposible conocer el desarrollo de la Democracia Cristiana Argentina sin adentrarnos en las raíces mas profundas de la prehistoria del movimiento Católico. Muchos de los hombres que vinieron a estas tierras del “nuevo continente” trajeron consigo, aparte de su fe cristiana, una serie de ideas sociales capaces de ser fermento de una nación democrática, signada por la libertad y la justicia.

En la mente de muchos criollos se grabaron las enseñanzas del sacerdote español Francisco Suárez (1548-1617) quien hablaba del origen popular de la autoridad, de la soberanía, del pacto social. Sus ideas enseñadas en las universidades y colegios dirigidos por la Compañía de Jesús, chocaban con las ideas del despotismo ilustrado, relativas al origen divino de la autoridad de los reyes. Fue así que los Borbones se empeñaron en acallar “la doctrina jesuita sobre el origen de la autoridad”, expulsando a éstos en 1767 de sus dominios, y un año después el Rey Carlos III proscribió la tesis de Suárez.

A pesar de ello la obra de Suárez “constituyó el eje sobre el cual giró toda la máquina filosófica-jurídica de la Revolución de Mayo”. El movimiento emancipador de 1810, las guerras de independencia, el período de la organización nacional cuyo primer fruto fue la Constitución de 1853 tuvieron como protagonistas a figuras del campo católico: Fray Cayetano Rodríguez, Ignacio de Castro Barros, Fray Justo Santa María de Oro, José Luis Chorroarín, Juan Ignacio Gorriti, Facundo Zuviría, Félix Frías, Fray Mamerto Esquiú, Monseñor Mariano Escalada, etc. A título de ejemplo el presidente del Congreso Constituyente de 1853, Facundo Zuviría (1793-1861), se autocalificaba “demócrata y cristiano” y señalaba que “sin principios religiosos, no hay libertad, ni justicia, ni sociedad estable”.

A partir de 1860-1880 fuertes corrientes inmigratorias provenientes de Europa, arribaron al país. Simultáneamente, comenzó el desplazamiento interno de familias descendientes de las antiguas poblaciones argentinas que buscaron nuevos horizontes en los núcleos urbanos más importantes. El encuentro de distintos sectores sociales, niveles culturales y de costumbres con las ideas traídas desde el viejo continente, provocó un trastocamiento considerable en lo socio-político-económico, cuyas primeras consecuencias se manifestaron a partir de 1880. Se formó en el país, una nueva clase dirigente con ideas positivas y materialistas que llegó a ocupar posiciones claves en la conducción del mismo. Estos son tenazmente enfrentados por brillantes dirigentes católicos con vocación nacional y sensibilidad social dispuestos a combatirlos en el terreno de las ideas y de la acción...
Continúa en la próxima quincena.


LA DEMOCRACIA CRISTIANA ARGENTINA

En 1862 el general Mitre triunfa en Pavón sobre Urquiza y funda el Estado liberal en la Argentina, comenzando un tenaz enfrentamiento con los católicos siendo éstos desplazados de la conducción del Estado y en particular de la educación.

Los docentes católicos son exonerados en la Universidad, entre ellos Lamarca, Berrotarán, Castellanos. Simultáneamente José Manuel Estrada es dejado cesante como rector del Colegio Nacional de Buenos Aires y es expulsado el Nuncio Apostólico Monseñor Matera. Varias figuras se proyectan asumiendo la defensa del pensamiento cristiano: Tristán Achával Rodriguez (1843-1887); Manuel Pizarro (1841-1909); Pedro Goyena (1843-1892); José Manuel Estrada (1842-1894). En 1884 se reúne la “Primer Asamblea de Católicos Argentinos” bajo la presidencia de Estrada clausurándose la misma el 30 de agosto de ese mismo año en donde las palabras de cierre expresadas por su presidente quedaron grabadas en la historia: “Más no surgen gobiernos que germinen, errores que los preparen y negligencias que los fomenten. He estudiado, señores, la política de mi país, falsa en sus impulsos iniciales, y he seguido... de lejos, con repugnancia y zozobra, su descomposición gradual y rápida entre elecciones fraudulentas, rivalidad de oligarquías, conciliaciones efímeras, abdicaciones cobardes y explotaciones bastardas. No queda institución que no esté falseada, y la Constitución es una colosal mentira y una impía irrisión... Si las Asambleas de 1810 son gloriosas porque fundaron la República, esta Asamblea tras setenta años de ensayos, aventuras y desastres... desafía el despotismo, reaviva la conciencia del derecho y preconiza aquella justicia que es justicia eternamente; no es el postres fulgor de un pueblo moribundo: es el espléndido centellar de un pueblo que renace”.

A partir de esta asamblea se despierta la conciencia cívica en lo cristianos y se forma el primer partido político cristiano en la Argentina llamado la “UNIÓN CATÓLICA”. Fue el primer movimiento político que no era nucleado por un caudillo, sino en base a principios Doctrinarios. La UNIÓN CATÓLICA, consecuencia natural frente al liberalismo imperante no se agotaba en la defensa de los derechos religiosos: la vigencia plena de la Constitución era para sus integrantes la expresión de la unidad nacional. Estaban persuadidos que no había vínculo alguno entre el pueblo y las oligarquías liberales. En febrero de 1885 se constituyó el Comité Nacional de la UC integrado por: Presidente José Manuel Estrada; Vicepresidente 1º Pedro Goyena; Vicepresidente 2º Tristán Achával Rodríguez; vocales delegados por Capital Emilio Lamarca; por Buenos Aires Luis Saenz Peña; por Santa Fé Eduardo Carranza; por Entre Ríos Mercíades Echagüe; por Corrientes Mariano Acosta; por Córdoba Carlos Novillo Cáceres; por Santiago del Estero Bernardino Bilbao; por Salta Juan José Romero; por Jujuy Apolinario Casabal; por la Rioja Felipe Lavallol y por Mendoza Modesto Sanchez.

Para las elecciones presidenciales de 1886 postuló la candidatura de José Benjamín Gorostiaga. La UNION CATÓLICA fue una breve experiencia que pronto se diluyó ante la conveniencia de sumar y no dividir las fuerzas opositoras al Juarismo, participando entonces los católicos en la revolución de 1890 engrosando las filas de la naciente “Unión Cívica”.

Posteriormente los Círculos de Obreros, cumplieron una función muy meritoria desde su fundación en 1892, llegando a contar con 85 centros distribuidos por todo el país y mas de 30.000 socios. Era una institución que admitía en su seno a personas distintas de categorías sociales y profesionales: no pretendió ser una asociación gremial, por eso el padre Grote compendió la necesidad de estructurar una organización que trabajara estrictamente en el campo sindical. De allí surgió el 13 de abril de 1902 la “Liga Democrática Cristiana”. Entre los dirigentes destacados de esta liga podemos recordar además del Padre Grote a Andres Pont Llodrá, Angel Capurro, Adolfo Marcenaro, Pedro Tiesi, Alfredo Cabasi, entre otros.

Disuelta la Liga Democrática Cristiana sus componentes se abocaron a la creación de una nueva organización naciendo el 1 de mayo de 1911 la “Unión Democrática Cristiana”. Fue presidente del directorio Nacional el doctor Pedro Tiesi y sus dirigentes mas destacados fueron: Marcos Volonté, Eduardo Ferrari, José Pagés, Roberto Wilkinsob, Manuel Viacava, Emilio Leverato, Pbro. Ignacio Luque, Pablo Tagliaferri, Enrique Cacciatore, Pedro Tilli, Juan S. Valmaggia, Juan A: Sorondo, Francisco Casiello, José Dalmau, Ardisone, Francisco Ferrer, Pedro Beltramino y Lorenzo Degregori.

En 1927 por instancia del Ingeniero José Pagés y el aval moral del R.P. Sebastián Monteverde se formó el Partido Popular. El núcleo principal de sus directivos estaba constituido por viejos demócrata cristianos y un grupo de jóvenes entusiastas. Este partido se disuelve en 1945 habiendo sido algunos de sus militantes más notorios: José Pagés, Miguel M. Guglialmino, Lorenzo Degregori, Enrique Valdez, Félix Luchia Puig, Moisés Alvarez Lijó, Francisco Ricci, Roberto Meisegeir, Sebastián Monteverde entre otros.

Hasta ésta época 1945/1946 y hasta la disolución del Partido Popular hubo también en distintas provincias intentos dispersos de organización que no llegaron a ser partidos políticos como la Unión Demócrata Cristiana, la Unión Federalista Demócrata Cristiana, la Unión Democrática Cristiana, etc.

Todos estos grupos fueron creciendo y en 1948 comenzaron los primeros intentos de unificación entre ellos, pero sin gran éxito. Con las ideas maritenianas y distintos encuentros que se van realizando en Montevideo, Uruguay, se va conformando la base de lo que sería el partido Demócrata Cristiano de Argentina.

En 1953 se efectúa una reunión en Rosario en el domicilio de Calixto Armas con presencia de delegados de Buenos Aires y Córdoba se confecciona un temario que no se puede completar, prosiguiendo en el mes de agosto del mismo año las conversaciones en Anizacate, Córdoba. En marzo de 1954 en forma secreta se funda “El Partido Republicano por una Democracia Cristiana”. La asamblea constitutiva es presidida por José Antonio Allende, resultando electos para integrar el resto de la mesa J.J. Torres Bas y Horacio Sueldo.

Durante los días 9, 10 y 11 de julio de 1954 en la ciudad de Rosario en un salón y en dos casas de familia, una de ellas del Dr. Juan T. Lewis se realizó el encuentro que daría por constituida la fuerza política Democracia Cristiana. A este encuentro adhirieron los distintos partidos y grupos de igual orientación que estaban funcionando para esa época en distintos lugares del país. Luego de varias intervenciones y discusiones se logró el acuerdo mínimo para crear la “Junta Promotora Nacional de Partidos Políticos Provinciales de Inspiración Democrática Cristiana”, compuesta por Salvador Busacca, Juan T. Lewis, Carlos Juan Llambí, Manuel V. Ordóñez y Juan José torres Bas. Esta junta promotora trabajó en la clandestinidad echando las bases del Partido Demócrata Cristiano.

Cuando Juan Domingo Perón lanza su llamado a la “pacificación nacional” la Junta Promotora hace público el 13 de julio de 1955 su histórico manifiesto, fechado el 11 de julio titulado: “La Democracia Cristiana Argentina al pueblo y al gobierno”, cuyo análisis socio-histórico-económico-político, sereno, valiente y esperanzado, llamando a una concordia sin claudicaciones, constituyó un impacto en la opinión pública del país.
Decía el manifiesto: “La DC es un partido político con base doctrinaria, que está en la conciencia del país y que sólo reclama las libertades esenciales para constituirse y actuar. No llega para desplazar a ninguno de los partidos existentes. A todos los aludo y reconoce lo que han hecho por el progreso de la república. Viene a ocupar un puesto que cree vacante y a dar satisfacción a un ansia ciudadana: el deseo de acción dentro de la corriente que exponemos, de una gran parte de nuestro pueblo, celosa esta vez de participar en la vida política del país. Pensamos que tal estado de espíritu es uno de los frutos buenos de la conmoción de estos últimos años.”

“El país está pasando una de las grandes crisis de su historia. La primera fue la crisis de la independencia, que se desarrolla entre los años 1810 y 1816; siguió la de la organización nacional, que nos lleva hasta 1860. Dio paso a la crisis política, cuya solución la inician las elecciones que comienzan en 1912. El comienzo de siglo plantea la crisis social”.

“La crisis social no ha sido creada sino sólo exacerbada por el gobierno actual. La produjeron el creciente desarrollo económico del país, la mayor conciencia del pueblo trabajador, la difusión de ideologías que giraban en su entorno y el abandono culpable de los núcleos dirigentes. Los problemas que ella trajo no han sido resueltos: lo impidió el fraude político en que vivimos desde hace más de veinticinco años, la desconfianza en nuestras instituciones y la ceguera de muchos; y actualmente el menosprecio gubernativo por la libertad, los derechos humanos y el orden moral. No hay posibilidad de solución mientras todos no comprendamos adecuadamente este hecho fundamental, lo sintamos hondamente en nuestras almas y nos unamos sin rencores ni desconfianza en una gran cruzada de salud nacional. Todo en este momento es posible en nuestro país; así la instauración de un colectivismo imperialista y esclavizante, como de un verdadero orden social que permita vivir con la dignidad que corresponde a los hombres libres. ¿Cuál es la salida que elegiremos?”
“¿En que consiste la crisis social en que nos debatimos? Es una crisis moral y una crisis de las instituciones sociales... Los problemas que la crisis que analizamos presenta, superan las distinciones partidarias y obliga a los partidos y a las instituciones a definir claramente su posición para que sepamos dónde estamos y con quiénes se puede emprender la gran tarea de integración nacional”
“Para contribuir a realizarla aparece la Democracia Cristina como partido político en formación”.

“...Como partido democrático se pronuncia abiertamente, sin retaceos, por ese régimen político, que lleva implícito en sí la posibilidad de su progresiva perfección”.
“Al agregar cristiano manifestamos su finalidad, confesando nuestra concepción del mundo temporal. A la situación en que se encuentra el mundo moderno lo ha llevado al olvido de los principios cristianos. No es abandonándole más, que nos salvaremos, sino volviendo a su imperio en las almas y en la acción. Sólo con el concepto realmente cristiano del hombre, la familia, la sociedad civil y el estado constituiremos la sociedad nueva, fecunda en realizaciones individuales y comunitarias que beneficien a todos”.
“Cristianismo significa, pues, en nuestra denominación ese horizonte doctrinal. Lejos de nosotros el pensar hacer un movimiento confesional”.
“La DC parte de la naturaleza del hombre. El hombre es lo único eterno en la Creación; todo pasará, él no pasará nunca. Por ello es el centro de todo; estado, sociedad, familia, escuela, economía, sindicato, están a su servicio”.
“No hay régimen posible, no sólo humano ni siquiera civilizado, si se niega al hombre el acceso a la verdad o se le coarta la libertad para conseguir la justicia”.
“La libertad es una e indivisible. No hay libertad religiosa sin libertad política; el incendio de los templos lo ha probado terminantemente; ni libertad política sin libertad económica: la revolución social en que vivimos y los regímenes totalitarios que padece el mundo lo demuestran paladinamente”.
“Este régimen de libertad lo niegan igualmente el liberalismo individualista y anarquizante, que lleva al libertinaje y la revolución, y el colectivismo económico con su economía dirigida. Estamos contra uno y contra el otro: contra el primero, porque niega la naturaleza humana, desconoce a Dios, disgrega la sociedad y produce el proletariado; contra el segundo, porque además de todo ello esclaviza al pueblo”.
“Estamos resueltamente por el régimen de libertad económica y decididamente en contra de esa excrescencia que violando el orden económico, negando el orden moral, viviendo del espíritu de lucro y valiéndose del monopolio, ha producido la degeneración que ha dado en llamarse capitalismo moderno”.
“La libertad así entendida nos lleva también a la afirmación de la necesidad que esa libertad produzca justicia, libertad y justicia, he ahí uno de los lemas de nuestro partido y la opción en la que el mundo se encuentra. Un orden social sano debe armonizarlos”.
“Ni libertad para morirse de hambre, ni justicia que beneficie a una parte sola del pueblo. El mundo del trabajo exige participar en la vida de la comunidad. Esta exigencia se basa en la prioridad y dignidad del trabajo, primer servicio que debe existir en todo sano orden económico. Ilusión e injusticia sería pretender desconocer las conquistas alcanzadas por el pueblo trabajador. La DC no sólo las defenderá siempre y contra quien sea, sino que procurará darles toda la efectividad posible, mediante el mejoramiento social. Más aún convencida como está que la cuestión obrera no es sólo cuestión de salario sino de dignidad herida, tiene como uno de los deberes, la promoción de cuanto conduzca a su misma satisfacción”.

“El hombre tiene ciertos derechos que le son propios, pues le han sido dados con su naturaleza y que conoce por el testimonio de la conciencia; tales son el derecho a la vida y a la integridad física y espiritual, a adorar a Dios y a servirlo, la libertad de enseñanza, la asociación con fines útiles, la fundación de una familia sobre la base del matrimonio monogámico e indisoluble; el derecho de elegir el trabajo, el salario justo y la participación en la empresa; la propiedad y la expresión de las idea. Estos derechos son anteriores al Estado y la sociedad, y su mención en las Constituciones y leyes no significa concesión sino el reconocimiento de su preexistencia. Es a través de esos derechos, que los hombres logran su felicidad., fin de su acción”.
“Para la DC la sociedad tiene como objeto el bien común de todos, bien común que no puede realizarse negando los bienes particulares de cada uno de sus componentes: no hay estado rico con ciudadanos pobres, ni socialmente justo porque gocen de ellos sólo los miembros del grupo oficial. Por ello deben promoverse, respetarse y ayudarse todas las organizaciones intermedias: municipios, provincias, asociaciones profesionales y de trabajo, asociaciones familiares, escuelas entidades culturales y partidos políticos, que integran con la debida jerarquía el orden social. De su vitalidad particular nace la salud del cuerpo social”.
“El estado no es un ente ético. Su función es la de la protección y coordinación de los derechos humanos. Está al servicio del hombre; no puede hacer lo que éste solo o con su ayuda puede realizar. En el resto puede obrar pero sólo supletoriamente, esto es como gerente e intérprete del hombre al que sirve. El Estado sano, es un Estado legítimo y no fraudulento, coordinador y no absoluto y lo más posible descentralizado; lo contrario es el totalitarismo”.
“El hombre en razón de su trascendencia y eternidad pertenece por vocación y destino a otra sociedad que la del tiempo. Esa sociedad es la Iglesia. Estado e Iglesia son dos sociedades igualmente perfectas en su orden propio y cuya armonía, dado que tienen los mismos miembros, es necesaria para que la vocación humana se cumpla y la Iglesia realice plenamente su misión”.

“La Fe no es de jurisdicción del Estado, que no es definidor de la Verdad teológica. La Fe no es materia de sometimiento sino de convencimiento. Por lo tanto, debe el estado el respeto máximo al diálogo del hombre con Dios, y debe, cualquiera sea la forma en que el hombre realiza, aunque la crea errónea, tolerarlo civilmente. En cumplimiento de sus fines debe procurar por todos los medios que reine la paz religiosa a fin de que fructifique el mensaje que Dios deposita en cada alma”.
“Afirmamos que la Nación Argentina forma parte de la sociedad supranacional e integra la colectividad histórica y jurídica de las naciones americana. La aparición de estas permitió dividir la historia del mundo en dos partes: el viejo y el Nuevo Mundo. Nuevo Mundo cuyas características esenciales son que todos sus pueblos se han dado un régimen democrático de gobierno y cree en el mismo Dios”.
“... La constitución es la partida de nacimiento jurídica de nuestra patria y la carta de unión de los argentinos. Por ello la DC será siempre defensora acérrima y decidida promotora de todas las posibilidades que contiene...”

“El Presidente de la República ha invitado a todas las fuerzas políticas a acuerdos para que sea posible la convivencia y coexistencia política en el país. Con la franqueza que será una de las características de nuestra acción, pero con el respeto que es norma de convivencia, debemos decirle que así como su acción decidida y enérgica ha sido no de los elementos determinantes para la realización de las conquistas sociales de que en buena hora goza el pueblo trabajador, su personalismo y su menosprecio de los derechos constitucionales han sido el obstáculo máximo para que esa tarea pudiera haberse cumplido en la libertad y la paz. Como hombres responsables y de buena voluntad venimos a manifestar nuestra posición. Hubiéramos deseado hacerlo en el pleno ejercicio de nuestros derechos: sólo se nos concede entrar a exponerla por la puerta de servicio, pero no desperdiciaremos esta ocasión de hablar al Gobierno y al Pueblo”.
“Creemos que el país vive en un estado de tensión insoportable que nos está asfixiando. El odio que se ha venido predicando en estos años, la agudización artificial de la lucha de clases, la división del país en justos y réprobos, la desconfianza de los desposeídos en la buena fe de los demás, la violencia reinante, en fin, ha producido la explosión trágica del pasado mes. Siempre que se impide el ejercicio pacífico del deber de defender lo que todo derecho importa, se abre el camino a la fuerza y a la destrucción”.
“... el pasado debe clausurarse definitivamente, perdonándonos cristianamente unos a otros los errores cometidos y abriendo la nueva era con la proclamación de que no hay vencedores ni vencidos, sino sólo argentinos unidos fraternalmente para siempre”.
“... La conciencia social además siente que hay cosas que están definitivamente muertas y otras que deben morir. Pensar en volver a la situación anterior al 4 de junio de 1943 es imposible y absurdo; pretender mantener la situación política actual es contrariar el anhelo general: ni restauración ni continuismo. El pueblo exige superación, entendiendo como tal un nuevo orden social y político que recogiendo de los anteriores todo lo que tengan de aprovechable, permita que el país sea el país de la verdadera libertad, justicia social y el progreso de la comunidad “.
“El cumplimiento de esos dos puntos desbrozará el camino para las otras medidas que deben tomarse”

“Una de ellas es la vigencia plena de la Constitución. Ello permitirá el ejercicio de los derechos humanos y el encarrilamiento de la vida política. Pero esa vigencia debe ser real y efectiva. Desgraciadamente debemos afirmar que sus derechos y beneficio han sido sistemáticamente negados, durante los últimos años y en mayor o menor proporción, a todos los argentinos. ¿Cuántos presos ha habido sin que se les haya sometido a proceso? ¿Cual domicilio ha sido sagrado para la autoridad? ¿Dónde están los argentinos que niegan la libertad religiosa? ¿Qué movimiento popular pidió el divorcio? ¿Por qué un ciudadano honesto necesita certificado de buena conducta para trabajar, dar examen o viajar? ¿Donde están la prensa y radio libres? ¿Es que no constituye motivo de vergüenza nacional la existencia de exiliados? ¿Por qué los datos estadísticos son secreto de Estado? ¿Es posible haber usado el lenguaje del insulto y la diatriba continua como lenguaje oficial? ¿Por qué se prohíbe sistemáticamente el diálogo entre los argentinos? ¿A qué ha quedado reducida la independencia judicial y legislativa? ¿En que está la dignidad del trabajador que no satisface sólo con un salario, por más justo que sea? ¿Dónde están los dirigentes sindicales cuyos nombramientos proceden de elecciones libres? ¿Cómo se compagina la austeridad administrativa y la honestidad personal con la fortuna de muchos de los nuevos capitalistas argentinos?”
“...el alma del país está agitada por la angustia, el rencor y la desconfianza, y que necesita tiempo para llegar a la tranquilidad de la que nunca debió salir. Se recobrará la calma, lentamente, con un cambio fundamental de espíritu y en proporción al aporte de todos para restablecer la concordia nacional”.
“... Al dejar así manifestada su posición la DC hace cuestión de sistema y de espíritu; menos cuestión de personas. En esta tarea deben participar todos los hombres, cualquiera haya sido su posición política en el pasado, con tal que acepten ese planteamiento. Sólo deben quedar excluidos aquellos que han cometido los delitos penados por nuestras leyes y que deberá sancionar la Justicia”.
“Ya está dicha nuestra palabra. Ella señala lo que creemos debe hacerse por el Gobierno y por el Pueblo. El señor Presidente de la República gusta decir: Mejor que decir es hacer; mejor que prometer es realizar. Cumpla su lema: suprima los elementos que causan la discordia; y que su palabra vaya seguida de los hechos que todo el país anhela. Si así lo hace, habrá concordia. El Pueblo, del que procedemos y al que amamos, cumplirá indefectiblemente con lo que le corresponde por que lo exigen la Justicia, la Paz y la Patria”.
“Adelante, pues, en unión de ideales y esperanzas”

Es decir que formalmente quedó fundado el PDC en 1954 y realmente con este documento público queda fundado materialmente en 1955. El 16, 17 y 18 de diciembre de 1955 en Córdoba se reúne la Convención Nacional Constituyente quedando constituida la primera Junta Nacional de la siguiente manera: Presidente Lucas Ayarragaray; vicepresidente José Antonio Allende; Secretario Tomás R. Lewis; Tesorero José Carlos Ricci; vocales: Francisco Cerro, Ricardo Dussel, Angélica Fuselli, Carlos Imbaud, Guillermo López, José A. Millán y Manuel V. Ordóñez.
Para las elecciones de 1957/1958 la DC presentó fórmula presidencial conformada por Lucas Ayarragaray presidente y Horacio Sueldo vicepresidente. El acto de cierre de campaña se realizó en la Plaza Constitución ante más de 12.000 personas que aclamaron a los oradores Salvador Busacca, Ludovico Ivanissevich Machado, Francisco Ramos Mejía y los integrantes de la fórmula presidencial. En las elecciones la DC obtuvo 289.245 votos, la DC. Consigue representantes en doce legislaturas provinciales Santa Cruz, Chubut, Rio negro, Entre Ríos, Corrientes, Formosa, Chaco, Salta y Córdoba, como así concejales en Capital Federal.

Durante los días 15, 16 y 17 de agosto de 1958 se lleva adelante la cuarta Convención Nacional de la DC en Buenos Aires eligiéndose la nuevas autoridades nacionales quedando conformada de la siguiente forma: Presidente José Antonio Allende; Vicepresidente Jose A. Catoggio; Secretario Juan P. Tamborenea; Tesorero Juan T. Lewis; vocales: Lucas Ayarragaray, Carlos Juan Llambí, Rodolfo Martinez (h), Luis M. Morea, Horacio J. Sueldo y Luis A. Tulasne. En esa época se destacaron entre otros dirigentes: Videla Escalada, Horacio Peña, Saul Schapiro, Héctor Caggiano, Iván Vila Echagüe, Guido Di Tella, Adolfo Buscaglia, Felipe Tami, Serafín Martínez Rial, Miguel A. Nessa Boeri, Salvador Busacca, Guillermo Furgón Rey, Eduardo Elías Traboulsi, García Venturini, Abelardo Levaggi, Ricardo Parera, Federico Bauchwitz, Víctor Sonego, Crespo Montes, Ramos Mejía, Augusto Conte Mac Donell, Caferatta, Puigros, Coll Venegas, Pedro J. Pérsico, Julio Alvare, Martha Aldanondo, Ricardo Alcacer, Aldo Castiglione, Pablo Gargiulo, Juan M. Millan, Jorge Presas, Carlos Speroni, Jorge Liceaga, Oscar Tyseira, Edgar romero, Oscar Villota, Miguel Santhia, Marcelo Garzón, Gerardo Ancarola, Eduardo Lastra, Eduardo Arroyo, Martha Acevedo de Uribelarrea, Enrique De Vedia, Delfor Coronado, Cristóbal Carvajal Moreno, Eduardo Maidana, Guillermo Fernández Gill, Teodosio Pizarro.

A principios de 1959 la Junta Nacional de la DC hizo un balance de la gestión del Gobierno Nacional caracterizando a la presidencia de Frondizi con cinco notas distintivas: inestabilidad político-institucional; falta de consulta al Congreso y sectores interesados sobre materias fundamentales y política de hechos consumados; apoyo de su política de desarrollo económico en los consorcios extranjeros; política sindical, que llevaba a la división del movimiento obrero; constante provocación de conflictos de todo orden y tolerancia para con la violencia.

Durante los días 20, 21 y 22 de febrero de 1959 se llevó adelante en el hotel Sierras de Alta Gracia, Córdoba, el denominado por los medios de prensa “Cónclave Ideológico”. En dicha ocasión también se eligieron autoridades nacionales de transición por seis meses quedando conformada de la siguiente manera: Presidente Lucas Ayarragaray; Vicepresidente Francisco Ramos Mejía; Secretario Julio Alvarez; Tesorero Marta Aldanondo; vocales: Ricardo Alácer, Aldo Castiglione, Pablo Gargiulo, Juan M. Millan, Jorge Presas, José C. Ricci y Carlos Speroni.

Posteriormente en el mes de julio en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires se reúne la Convención Nacional donde continuó el debate ideológico. Se da un paso decisivo al definir al PDC como un partido popular y de avanzada social. Se eligen las nuevas autoridades nacionales quedando conformada la Junta de la siguiente manera: Presidente: Guillermo Fernández Gill; Vicepresidente 1º: José María Holgado; vicepresidente 2do.: Horacio J. Peña; Secretario: Julio Alvarez; Tesorero: Marta Aldanondo; Vocales: José A. Allende, Teodosio Pizarro, Luis M. Morea, Ricardo Alcácer, Francisco Ramos Mejía y Salvador Busacca.

Corría el año 1960 y la convención Nacional en su sesión ordinaria generó un debate de alto nivel y de trascendental importancia para la orientación futura del partido que había el año anterior sufrido un pequeño éxodo de dirigentes que encontraron en el gobierno nacional del Dr. Frondizi un lugar donde cobijarse. En esta ocasión se destacaron Sueldo y Cerro, resultando tres posturas: 1) individualista, de no integración con otras fuerzas; 2) aperturista limitada, auspiciando la formación de un frente sólo con los sectores expresamente allegados al pensamiento demócrata cristiano, y 3) Aperturista amplia, dirigida fundamentalmente al mundo del trabajo, pero cuidando también de no afectar los principios, objetivos y estilo partidarios. Prevaleció al final la idea de promover “un amplio frente social cristiano”.

La DC realiza una amplia acción política y como corolario de ella el 20 de enero de 1961 el entonces presidente de la Junta Nacional Francisco Ramos Mejía junto a José A. Allende entrevistaron al Presidente Arturo Frondizi haciéndole entrega de un memorando de 19 puntos. En esa ocasión le manifestaron verbalmente que “Los grandes objetivos nacionales no son patrimonio de nadie, a su servicio deben estar por igual el Señor Presidente, como las fuerzas políticas que lo apoyan o lo combaten. La opción es clara: una gran política de conciliación nacional y de coincidencias concretas en los problemas fundamentales o la subsistencia de las divisiones y los recelos que están destruyendo el sentido de comunidad de los argentinos”.
Durante todo este período la DC adquirió su sede que funcionó hasta la clausura e incautación por el Gobierno de Facto de Onganía en la calle Ayacucho 621 de la capital Federal.
Reunida la Convención Nacional en Agosto de 1961 en Rosario, Santa Fe, la comisión de Línea Política hace suyo el extenso trabajo confeccionado por Horacio Sueldo que por no ser él miembro de ese cuerpo lo presentó un conjunto de delegados. Esta conocida como “la histórica Línea Política de Rosario” en sus párrafos salientes decía: “Representantes de todas las provincias y de la Capital Federal, han ratificado solemnemente, los fundamentos ideológicos y morales del partido y su inquebrantable adhesión a los principios social-cristianos cuya raíz está en el Evangelio y se difunden en los preceptos rectores de las Encíclicas Papales”.

“Para el PDC, el fondo de los problemas argentinos forma parte de una realidad más extensa, de orden mundial. El mundo libra una lucha por dos concepciones de vida mucho más trascendente que el visible enfrentamiento de bloques. El drama de la humanidad radica en el predominio presente de dos concepciones identificadas por una común raíz materialista, en pugna ambas con la voluntad de los pueblos que quieren construir una civilización auténticamente cristiana, donde los valores del espíritu florezcan, se afiancen y predominen sobre el puro afán de riqueza material. En lo económico y social, la real y angustiante división del mundo de hoy es entre pueblos ricos y pueblos pobres. Las fuerzas que aparecen como dominantes, tanto la comunista como la capitalista, no representan más que un propósito de predominio material sino que la guerra entre ambas pueda traducirse en solución alguna para nuestra generación. La mayor parte de los pueblos del mundo, sumergidos en condiciones infrahumanas, constituyen con su existencia una tercera fuerza. Sus necesidades marcan la urgencia de una política que ha encontrado traducciones que se parecen en lo esencial: ni capitalismo ni comunismo. Para el PDC la consigna de esta hora está fijada: más allá del capitalismo y del comunismo, con el social cristianismo revolucionario, que propugna en el más breve plazo posible y por medios democráticos enérgicos, la transformación total de las estructuras económicas sociales y el perfeccionamiento de las instituciones políticas...”.
“...El PDC sostiene que la Argentina tiene un papel fundamental a cumplir en el campo de las naciones subdesarrolladas, aunque su grado de evolución no la sitúe en el centro, sino en la periferia de ese campo, pues sus graves fallas estructurales y la dependencia de su economía, la hacen solidaria con los pueblos hermanos de América Latina y con las nuevas repúblicas de Asia y África. El PDC reclama independencia de criterio en la conducción de nuestra política internacional, capaz de reconocer los valores cristianos donde quiera que se encentren y solidaria con los países subdesarrollados aunque se discrepe con algunos gobiernos, dispuestos a intercambiar bienes y servicios con todas las naciones de la tierra y a negociar la preferente cooperación occidental en condiciones de dignidad y opuesta al uso de la violencia preventiva”.
“...El PDC considera que la única réplica a los propósitos del oficialismo, es la formación de un frente nacional de inspiración cristiana y democrática y de avanzada social, expresión del hombre argentino y herramienta de los humildes, y oprimidos en su lucha contra los poderes del privilegio y del despotismo, llámese liberales o marxistas, y formula un urgente y fraternal llamado a los ciudadanos de filiación cristiana para que, ante el hecho evidente de la mayor estructura partidaria de la DC, ingresen inmediatamente en ella, donde serán recibidos con dignidad y afecto para luchar juntos por los objetivos comunes...”
“El PDC confía en la capacidad patriótica de todos los sectores que coincidan con los propósitos y la visión nacional de esta declaración, para superar desencuentros y eliminar motivos de fricción, y formular una invitación cordial a concretar esta gran reunión de fuerzas del pueblo, capaz de derrotar a la reacción liberal, la reacción marxista y a todos los extremismos, y de realizar la comunidad nacional, libre, justa, integrada en Latinoamérica y orientada hacia el progreso y la paz mundial”.

De aquí en más esta fue la línea política del PDC más allá de sus interpretaciones a lo largo de los años. En esta oportunidad se eligió nueva Junta Nacional que quedó conformada por Presidente: Enrique de Vedia; Vicepresidente 1º: José Antonio Allende; Vicepresidente 2º Teodosio Pizarro; Secretario: Guillermo Fernández Gill y tesorero: Juan A. Cincunegui.


Fuente Página Web del PDC Capital Federal

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