martes, 1 de abril de 2008

El conflicto del campo como motor de cambio

El conflicto entre el gobierno y el campo, con su amplia y prolongada cobertura periodística a través de todos los medios de comunicación del país, ha puesto de manifiesto fenómenos novedosos para los argentinos, tanto en lo político como en lo social y comunicacional; experiencias que sin duda habrán de producir transformaciones importantes en los distintos marcos disciplinarios y conceptuales.

La confrontación sectorial, en defensa de sus intereses económicos, sin duda fue trascendida por un fenómeno más amplio que excede la vinculación directa con su causa eficiente (aumento de las retenciones-paro agropecuario protagonizado por los productores) e involucra a numerosos protagonistas de otros sectores que tienen una relación indirecta con el hecho, ya sea en el plano económico, como en el político y el social.

El fenómeno fue producido por el discurso presidencial del pasado día martes, que por el modo, las formas, el tono y el contenido, disparó una repulsa instantánea, que se expandió rápidamente por la geografía nacional. La veloz respuesta social hizo recordar al "efecto mariposa" sobre el que teorizara Ilya Prigogine. Me refiero a aquella virtuosa conceptualización sobre la prevalencia que, en determinadas situaciones, adquiere la "lógica" de la inestabilidad respecto de la sincronicidad de la lógica tradicional.

Salvando desde luego la distancia y la importancia, mayo del ´68 en París fue de algún modo esto: una circunscripta rebelión estudiantil, que en su dinámica adquirió la forma de un gran movimiento político social que modificó inexorablemente el contexto político europeo.

Recorriendo el mapa de la protesta, con la misma característica anárquica y movimientista que singulariza a estos procesos, aparece el rescate de ciertas lecturas, que sin dudas serán importantes para el conjunto de la sociedad argentina.

Más allá del cacerolazo en Buenos Aires, que puede resultar impreciso en sus contornos, la protesta del interior expresa claramente el papel jugado por el campo en la recuperación del país luego de la crisis de 2001 y la fuerte dependencia de todas las actividades económicas respecto de la suerte del mismo.

Por otra parte, implica el rechazo a un modelo de gestión de la cosa pública nacional que, a partir de la concentración creciente de recursos fiscales que se extraen del interior a costa de sus producciones (hoy más del 80 %), lo estrangula económicamente impidiéndole su crecimiento y desarrollo. Al mismo tiempo, este esquema lo subordina políticamente al condicionar el desempeño fiscal de las provincias a la voluntad del gobierno nacional. Los gobernantes provinciales se transforman en meros gerentes de sus mandatos, al ser disciplinados mediante el aporte o restricción de recursos, según cumplan o no con los requerimientos, decisiones y rituales del poder central.

En este aspecto, la protesta contiene un fuerte mensaje de recuperación de la institucionalidad histórica de la Argentina, expresado en su Constitución federal. Se reclama una menor transferencia de recursos hacia la Nación y, al mismo tiempo, la recuperación de las autonomías provinciales y el efectivo protagonismo de sus dirigencias.

Este ha sido el espíritu de las masivas protestas registradas en Tucumán, en Córdoba, en Paraná, en Rosario, así como en otras muchas expresiones más pequeñas pero igualmente ruidosas de pueblos y ciudades del interior de Santa Fe y provincias hermanas.

Este contexto ha tenido un aporte superlativo de la actividad comunicacional que, además de brindar la información con la inmediatez que permite la moderna tecnología, en la exposición diversa de los hechos ha mostrado de la manera más cruda y directa las contradicciones existentes entre las consignas, las expresiones y las opiniones de todo el arco protagónico. Le ha permitido a la opinión pública tener un cuadro de situación que, aun con la subjetividad propia del ser humano en el análisis y la comprensión de los fenómenos que observa y afronta, tiene el valor de la objetividad expresada en la metodología de obtención de los datos y su exposición consiguiente, ratificada por la variedad de la competencia mediática.

En estos días, el Dalai Lama, involucrado en el conflicto de sectores del Tíbet y el Estado chino, ha manifestado desde la santidad de su praxis -que muchos consideran antigua y desconectada de la problemática del mundo moderno- que en el siglo XXI ya no se puede mentir en la afirmación de las consignas que gobiernan el conflicto.

La razón uniforme del poder, expresada luego del proceso dialéctico como la verdad oficial, es insostenible frente a la dinámica de los hechos expuesta en tiempo real por los medios. Nunca como ahora la mentira tuvo patas tan cortas.

Esto fue lo que ocurrió con la difusión del conflicto campo-gobierno. Para dar un ejemplo, basta recordar la secuencia televisiva del discurso de Cristina el último martes y la coetánea visualización de De Angelis y el grupo piquetero de Gualeguaychú. Sin duda, estas imágenes nada tenían que ver con la caracterización discursiva de la presidenta que hablaba de ruralistas ricos y "piquetes de la abundancia". La realidad mostraba a pequeños productores, rústicos, trabajadores del campo, ajenos a cualquier identificación con la alta burguesía. La tramposa caracterización del adversario en el discurso presidencial fue inmediatamente desbaratada por la exposición de la realidad a través de los medios, lo que produjo la reacción espontánea y masiva a la que hicimos referencia.

Peor aún, el intento manipulatorio generó un sentimiento de repudio generalizado en los más diversos sectores sociales, registrado claramente en las muchas encuestas de opinión que por estos días se realizan con resultados sorprendentes.

Pareciera que de la mano de una oferta comunicacional creciente, en la que la diversidad impide en buena medida la manipulación, la sociedad avanza en la búsqueda de respuestas verdaderas y castiga con el descrédito y el rechazo a quienes usan la mentira para alcanzar sus designios.

Por Néstor Vittori

Fuente El Litoral – Santa Fe

No hay comentarios: