Qué interesante esta autocrítica, y un verdadero ejemplo que da la Iglesia, de lo que puede el diálogo sincero, aun cuando las posiciones puedan ser muy radicalizadas.
Éste es un testimonio de convergencia, intelectual, moral y de pensamiento que el mundo de los liderazgos políticos y sociales debería tener en cuenta.
lunes, 7 de abril de 2008
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