lunes, 7 de abril de 2008

¿Tú también, Brutus?.

Al inicio de la semana: ¿Tú también, Brutus?.

Por Roberto Cachanosky

Mientras el modelo económico instaurado por el kirchnerismo empieza a hacer agua, la estrategia de haber creado enemigos por doquier también muestra sus debilidades y riesgos.



El gobierno kirchnerista optó por una política económica que, lejos de estimular la inversión, estuvo basada en la redistribución compulsiva del ingreso intentando comprar voluntades gracias a los favores económicos que graciosamente otorga. Este modelo, limitado a la reactivación de la capacidad productiva existente y sin horizontes de ser ampliado, conduce, inevitablemente a un estado de conflicto social permanente, en el cual el caso del campo sólo ha sido uno de los tantos detonantes posibles. Veamos la maraña de redistribuciones a la que apeló el Gobierno.

En primer lugar, el famoso tipo de cambio competitivo. Además de generarle ingresos fiscales más altos surgidos de las retenciones con un dólar caro, el Gobierno le dijo a sectores que sustituyen importaciones: “te doy un tipo de cambio alto y te reservo el mercado para vos”. Para poder subsidiar el tipo de cambio competitivo tuvo que cobrar un impuesto inflacionario creciente, situación que empezó a crear malhumor en la sociedad.

Apareció, entonces, Guillermo Moreno, el secretario de Comercio Interior, quien implementó una serie de controles de precios y regulaciones para tratar de frenar la inflación que genera el Banco Central (BCRA) mediante su política económica. En vez de actuar sobre las causas de la inflación, el Gobierno empezó a actuar sobre las consecuencias, y no tuvo mejor idea que meterse en un esquema que cada vez lo embrolla más. Aplicó una contra redistribución diciéndole a los productores: “te reservo el mercado para vos, pero te controlo los precios y las utilidades”. Así, entonces, estableció controles de precios, cupos de exportación, prohibiciones de exportación y demás medidas intervencionistas.

El problema es que, anclados en políticas que ya han demostrado su ineficacia, el kirchnerismo creyó que los que se beneficiaban del tipo de cambio competitivo iban a invertir, cosa que no ocurrió. Por el contrario, disminuyó la oferta. Llegó así a una situación en que mientras el BCRA seguía inflando la moneda, la oferta disminuía por efecto de las medidas de Moreno y se combinan inflación con creciente desabastecimiento. Creciente desabastecimiento que ya se notaba en las góndolas de los supermercados antes del paro agropecuario y que estaba condimentado por productos de menor calidad para compensar los menores precios establecidos por el comisario de precios.

Los dirigentes sindicales dijeron: “me parece bien tener un tipo de cambio competitivo, pero el impuesto inflacionario yo no lo pago”. Así, el año empezó con reclamos salariales que duplican la inflación informada por el INDEC. El resultado es que la idea de darle rentabilidad a las empresas vía la reserva del mercado empezó a licuarse por los aumentos de salarios y costos, con lo cual la rentabilidad vuelve para atrás y las empresas empiezan a reclamar un dólar más alto.

Dado que el Gobierno no tiene superávit fiscal suficiente para subir aún más el tipo de cambio nominal, el BCRA tendrá que seguir financiando el esquema con más inflación, llevando a los dirigentes sindicales a mayores presiones por salarios y a los empresarios a pedir un tipo de cambio cada vez más alto. La carrera precios, salarios y dólar recién comienza y todo parece indicar que el Gobierno está dispuesto a darle cada vez más vértigo.

Por otro lado, para sostener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos le dijo a las empresas: “comete el stock de capital, pero no me muevas las tarifas”. Las empresas se comieron el stock de capital y el Gobierno agregó otro problema: la crisis energética, tantas veces negada y ahora explicada bajo el ridículo argumento que falta energía y combustible porque la economía crece.

¿Qué idea tuvo el Gobierno? Distribuir subsidios para la energía y el transporte público con lo cual el gasto público aumenta. Como el gasto aumenta, tiene menos superávit fiscal para disciplinar a gobernadores e intendentes que es el esquema de poder del kirchnerismo. Decidió, así, inventar esto de las retenciones móviles porque considera que el campo gana mucha plata por la soja. Un yuyito según la presidente.

El esquema era: le doy energía y transporte barato a la gente y lo financio con consumo de capital y más impuestos para otorgar subsidios.

Como el campo reaccionó mal, ahora propone otorgarles subsidios a algunos productores. El problema es que los productores, que no son idiotas, dicen: “Vos me sacás la plata de mi trabajo y después me querés dar parte de esa plata bajo subsidios, con lo cual me transformás en un esclavo tuyo, por lo tanto no acepto la propuesta”.

Como en vez de expandir la producción vía inversiones, el Gobierno desestimuló la producción, ahora tiene que importar energía para evitar una crisis energética mayor. Y esa importación no tiene el precio que Moreno dicta, sino el internacional. El Estado tiene que poner más plata para mantener artificialmente bajas las tarifas de ciertos servicios públicos porque si no estalla la inflación y el conflicto social puede acentuarse. Así, la idea de desacoplar los precios internos de los internacionales del ministro de Economía parece encontrarse con una realidad que se le ríe en la cara, diciéndole: “si vos querés combustible barato, andá a convencerlo a Chávez de que te mande fuel oil al precio equivalente de tu mercado interno, es decir a 1,7 dólares por millón de BTU, en lugar de los 13 dólares por millón de BTU que pretende obtener el socialista presidente de Venezuela”.

Mientras tanto, mediante una triple carambola, los intendentes y gobernadores, que se morían por sacarse la foto junto al matrimonio presidencial y así hacerse acreedores del cheque correspondiente, ahora se encuentran en un dilema. Tienen el cheque, pero también tienen a sus votantes que trinan. Las provincias no se incendian por falta de fondos sino porque la gente se reveló contra la caja unitaria del Gobierno. Tienen el puente y la ruta que, cual monarca, les financia el gobierno central, pero también tienen a la gente en la calle protestando por la creciente confiscación impositiva más la inflación.

Como decía antes, el modelo de los Kirchner no pasa por crear un clima de negocios que aumente la oferta de bienes y servicios y la población mejore en sus condiciones de vida gracias a la mayor productividad. El modelo es: “yo tengo la caja y redistribuyo a mi antojo para disciplinar a todo el mundo”. La chequera manda.

El problema es que para que haya fondos en la cuenta corriente y el cheque no venga rebotado, tiene que haber producción y la producción en el modelo actual tiende a disminuir por causa de las regulaciones. Ejemplo, hoy el Gobierno habla de diversificar la producción agropecuaria produciendo más lácteos, trigo y carne. Sin embargo, resulta que cada vez hay menos carne, trigo y lácteos porque el Gobierno ahogó su producción para redistribuirla a precios artificialmente bajos. Basta recordar a Néstor acusando a los productores de carne de querer lucrar con el hambre del pueblo argentino. Adoptó medidas ridículas y hoy pide más producción de carne, mientras Brasil y Uruguay festejan los desatinos de la política económica argentina que les permitió conquistar nuevos mercados de la carne en el exterior. Lo mismo le pasa con los lácteos, la energía y demás productos.

Lo que se ve claramente, entonces, es que la construcción de poder se basa en el manejo centralizado de la caja. Como la caja depende de la generación de bienes y servicios, la base imponible para obtener más caja se achica porque hay cero estimulo a la inversión. Resultado, el modelo de construcción de poder del kirchnerismo tiene su propia semilla de autodestrucción.

¿A qué conducen todos estos desatinos? A un estado de conflicto social permanente en el que tendremos inflación, desabastecimiento, caída del salario real, baja en la rentabilidad de las empresas y descontento generalizado. La inflación cero de Gelbard empieza a mostrarle la horrible cara de otro rodrigazo a un Gobierno que se entretuvo peleándose con la Iglesia, los militares, la policía, los medios de comunicación, los productores agropecuarios, los fondos de inversión que quieren un CER más alto y el FMI, por citar solo algunos ejemplos.

Antes de terminar, me olvidaba de un punto que no es menor. Como si todo esto fuera poco, este año el Gobierno tiene gruesos vencimientos de deuda pública. Hoy, la deuda pública llega a los 144.700 millones de dólares versus los 144.500 millones de dólares que había en 2001 cuando alegremente declaramos el default. Después de haber hecho la quita más grande la historia, de haberle pagado toda la deuda al FMI y dejar fuera del canje U$S 28.000 millones tenemos una deuda igual a la del 2001!!! Y encima, el tipo de cambio real baja permanentemente por efecto de la inflación llevándolo a niveles cercanos a lo que regían durante la convertibilidad. El desafío es no caer en otro default siendo unos parias en el mercado de capitales internacional que, por cierto, está bastante complicado.

En síntesis, en cinco años, el kirchnerismo disparó el gasto público hasta niveles que no son financiables, agobió a la población con impuestos, recreó el monstruo de la inflación, se consumió el stock de capital, llevó la deuda pública hasta el mismo nivel que teníamos cuando se anunció el default y destruyó lo poco que quedaba de las instituciones.

Y, como si fuera poco, durante estos cinco años se divirtieron crispando a la sociedad desde el atril, inventando enemigos todo el tiempo.

Si siguen por este camino de enfrentamientos y poder hegemónico, denigrando a amigos y enemigos, donde ya se observan a gobernadores e intendentes disconformes con los atropellos del centralismo federal, algún día, cuando la caja agonice, mirando a algún piquetero adicto al Gobierno, podrán emitir la misma frase que Julio César: ¿Tú también, Brutus? © www.economiaparatodos.com.ar