viernes, 4 de abril de 2008

La clara intención de dividir al campo

Editorial I

La Nación

La clara intención de dividir al campo

Viernes 4 de abril de 2008

De un marcado sesgo político, más que económico, parecen estar impregnadas las compensaciones que el Gobierno ofreció a las entidades agropecuarias para que desistieran de las medidas de fuerza que mantuvieron en vilo al país durante veinte días. Esas compensaciones, cual paliativo frente a las altas retenciones móviles a la soja y al girasol que ratificó el ministro de Economía, retrotraerían la situación de los pequeños y medianos productores a diciembre último.

Entre otras medidas, ensalzadas con grandilocuentes discursos presidenciales frente a tribunas cautivas, mayormente ajenas al diferendo en cuestión, el Gobierno anunció beneficios en los fletes para quienes produzcan a más de 400 kilómetros de los puertos de embarque, autorizaciones para exportar trigo, el lanzamiento de una línea de créditos blandos y la creación de una oficina para atender a los pequeños y los medianos productores.

Las compensaciones serían otorgadas a quienes produjeran hasta 500 toneladas anuales de soja y girasol por medio de un sistema de acreditación que, según afirma el Gobierno, será simple y ágil. Los productores conocen bien esta metodología, que se viene aplicando al trigo, la lechería, los porcinos y la avicultura. No se trató, hasta ahora, de una experiencia feliz, sobre todo por la comprensible falta de hábito de los productores de completar planillas repletas de datos que los obligan a desistir, en algunos casos, o a contratar gestores, en otros.

Nada indica que el Estado cambie su forma de operar. Sobre todo, porque se caracteriza por perseguir a los deudores y por no actuar con la misma rapidez y efectividad cuando contrae deudas. La duda que entrañan los recientes anuncios del Gobierno es la razón por la cual se cobran escandalosas retenciones para devolverlas en migajas, en una proporción de 25 a uno. Este resultado surge de comparar la recaudación por retenciones con el monto de las compensaciones.

Parecidas dudas deben formularse acerca del sistema de cobro respecto de las compensaciones anunciadas para los pequeños y los medianos productores, incluidas aquellas por los costos de los fletes.

En los treinta días que dure la suspensión del paro debe definirse cómo se abonarán estas compensaciones, de modo tal que los productores no sufran una retención mayor al 35 por ciento.

Los anuncios tienen otras facetas. Por ejemplo, la habilitación de las vedadas exportaciones de trigo ha sido sucesivamente postergada, así como la promesa de que los agricultores perciban el "precio lleno" del grano. Esta es una expresión reiterada, no cumplida y de más que dudosa interpretación. Asimismo, el otorgamiento de créditos a tasas blandas puede ser útil, pero no apunta al meollo de la cuestión, como tampoco la demorada creación de una subsecretaría, que agregará costos a la burocrática gestión pública.

Estas propuestas, así como los discursos de la presidenta Cristina Kirchner, demuestran que existe una intención política de dividir al campo. Los productores grandes, así como algunos medianos y chicos, integran un todo armónico e interactivo favorable a la productividad, fruto de la exitosa economía agraria del conocimiento, que tanto provecho ha dado al país.

En el mejor de los casos, con estas medidas sólo se resolverá la coyuntura. Es necesario enfrentar los problemas del agro y del interior con una visión más amplia y generosa que incluya la coparticipación de los tributos tanto sobre las exportaciones como sobre las importaciones. Como se sabe, el manejo de estos recursos está reservado hoy al poder central.

Debería ser motivo de reconocimiento, no de demonización, la situación de la soja, en especial si se recuerda que ha aportado grandes recursos al Tesoro nacional, al comercio exterior y a la economía toda en circunstancias críticas.

Si se desea, y con razón, una mayor diversificación granaria para beneficio ambiental, habría que instalar un cambio copernicano en el tratamiento de la producción de maíz, de trigo, del tambo y del ganado de carne, y no fustigarla por medio de dañinos y rencorosos procedimientos. Incautarse de ganado y disponer de productos ya embarcados indica que se persiste en operaciones contrarias a la razón.

Las reiteradas manifestaciones públicas de la Presidenta sobre la disposición del Gobierno al diálogo deberían ser aprovechadas para el logro de un acuerdo tan ansiado como importante. El país así lo espera, como también espera que, de una vez por todas, se establezcan reglas claras a mediano y largo plazo frente a un sector que está más familiarizado con el trabajo fecundo que con los bloqueos de rutas.

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