PELIGROSA INDUCCION AL ENFRENTAMIENTO CIVIL
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (31/3/2008)
La propia Presidente de la Nación, siguiendo con las prácticas políticas de su esposo, utiliza grupos de choque para sustituir su facultad indelegable en el ejercicio directo de la coerción para el control del orden público.
Los utiliza indistintamente como grupos de choque y como punteros para la conscripción y el transporte de manifestantes a los actos políticos que dispone para su propio apoyo, hasta con libretos especiales para tributar ovaciones, tal como lo hacía el emperador Septimio Severo.
Destina, para pagar esos servicios personalísimos ilegales, entre $ 850.000 y $ 1.200.000 que se pagan quincenalmente en efectivo y de una forma absolutamente irregular.
Este simple hecho, que serviría constitucionalmente para enviarla a la cárcel por una gravísima violación al marco estricto de sus facultades y al estado de derecho, ya ha sido tomado por la ciudadanía como el escenario absolutamente natural que debe regir en nuestra democracia vernácula.
Cualquier episodio trágico, inmediato o no, que sea consecuencia directa de este sistema aberrante, puede ser el estigma inicial más sencillo de una guerra civil. Podría parecer esto, sin embargo, una exageración para quién transita la penuria cotidiana sin otra información que la conocida por los medios oficiales.
Pero el innegable clima de zozobra y el aire denso y que se respira en el país, vinculado con este terrible hecho, en el contexto de una conducta personal de instigación a la fractura social que ha asumido la Presidente de la Nación, tiene claramente, dos facetas que son ya muy notables :
El precolapso moral de la sociedad y un raro brote expandido de venganzas, odios y enfrentamientos cerriles con un pronóstico muy claro de agravamiento hacia algún escenario de violencia irreversible.
Es tan grave el caso de los dos conocidos delincuentes a sueldo de la casa rosada (Moyano y D’ Elía) que cabe hoy preguntarse si la Jefatura de Estado los mantiene hoy, a ambos, estratégicamente preparados para la intervención directa ante las posibles derivaciones de la rebelión agraria, en el marco de los supuestos implícitos de la seguridad nacional.
Si los tiene preparados, entonces esa irresponsabilidad mayúscula parece confirmarnos claramente, que estamos en manos de una cáfila de aventureros cuya únicas herramientas “disponibles y planeadas” deben ser las ambulancias del SAME, sólo para recoger los cadáveres a su debido momento y por estricto orden de aparición.
Péndula, ahora mismo, esta mandataria, instigadora de la fractura civil, entre las siguientes opciones, para calcular cual ha de ser la más rentable :
A) Que se ponga en vigor la Ley de Abastecimiento para encarcelar a media docena de dirigentes de las organizaciones agrarias.
B) Que se decrete el Estado de Sitio.
Otra práctica política de este matrimonio, que queda bien clara para todos los argentinos, ha sido la de proteger, prohijar e instigar los piquetes y los cortes de ruta en todo el territorio nacional, impartiendo expresas órdenes a los organismos policiales y de seguridad, para que se abstengan de emplear la fuerza y para que limiten su tarea a impedir que la ciudadanía reaccione ante las demasías de los manifestantes.
La ruta internacional a Fray Bentos hace un año que está cortada a la vista y paciencia de este criterio malsano del Poder Ejecutivo Matrimonial.
Moyano y D’ Elía han bloqueado, cercado, piqueteado y avasallado bienes públicos y privados en los últimos 5 años, en niveles que son ya un récord histórico de fulminación de los derechos esenciales de la sociedad.
Podrían señalarse más de cien ejemplos de intervenciones gremiales y compulsiones gravísimas, violatorias todas ellas de más de 10 artículos de la Constitución Nacional, que este gobierno ha dejado germinar y crecer a la sombra de la más salvaje ignorancia de sus propias obligaciones de mando y de control del orden público.
Pero las protestas, los cortes y los aprietes valen solamente cuando son funcionales a la demagogia y a los intereses del oficialismo.
Sin dudas cualquiera de aquellas dos opciones tiene no menos de media docena de variantes que se han de desprender del “cómo”, del “cuándo”, del “dónde”, del “por qué” y del “para qué”.
El Gobierno Nacional necesita siempre a alguien para echarle la culpa.
Desde el complot, hasta la aparición de grupos radicalizados de desestabilización, chacareros, militares, dirigentes de la oposición y hasta los propios periodistas, todos son y serán preventivamente sospechosos y fáciles de culpabilizar de antemano por parte del Gobierno, aún sin que nadie sepa un bledo sobre los fundamentos.
La hipótesis ya está hecha.
El enfrentamiento civil, como histórica consecuencia del precolapso moral de una sociedad y como hijo putativo de una República con sus instituciones demolidas, a veces ni siquiera necesita tanta instigación por parte de una señora gobernante inescrupulosa y transida de odio.
Acaso un simple hecho puntual, a cargo del camionero millonario o del “copador de comisarías”, rodeado de total impunidad, terror, misterio y señales confusas, puede gatillar y poner en marcha a todas las fuerzas del hartazgo dormidas en vastos sectores sociales.
Y así, todos los que se han sentido llevados, mudos y silenciosos, como ovejas al matadero, sean del color ideológico que sean, puestos en su límite final de odio mutuo, acaso querrán dirimirlo todo del modo más trágico y violento.
Básicamente porque ya ha sido instalado desde la presidencia de la Nación el síndrome de hacer justicia por mano propia y luego quedar impune o ser incluso premiado con algún cargo público.
Por cuanto ya se ha decretado, desde el Gobierno, la estigmatización de todos los “enemigos del régimen”, con nombre y apellido.
Se les puede mandar, a cualquiera de ellos, un grupo de choque, o acaso hacer la vista gorda cuando ese grupo vaya a actuar por su cuenta.
Ya ha ocurrido una y mil veces.
Acaso, como queda dicho, ya esté asumido por la sociedad y por eso forma parte del paisaje desértico en esta kermesse de las instituciones.
Este cóctel molotov fue preparado por el “matrimonio” en un modelo empaquetado y traído desde Santa Cruz, donde lo aplicaron por 12 años.
Y ya nadie podrá decir que fue por omisión.
Ha sido, claramente, por acción.
La contaminación y el degeneramiento del poder devenido en política de facciones han sido derramados prolijamente desde Palacio para que nadie se libre de ser un faccioso.
Desde sus primeros compases, esta Presidenta rampante y soberbia ha trabajado arduamente en su partitura, importada de Rio Gallegos, por buscar espacios de desencuentro.
Lo ha hecho a imagen y semejanza de su marido, en todos sus decretos y en todas las leyes que ha remitido al Congreso, desde la seguridad pública hasta la educación.
Lo ha hecho forzando cien disputas y cien inquinas entre todos los sectores ciudadanos. Y ha terminado la obra de consumar la formación de bandas arrojándoles, a cada uno, su camiseta y su bandera .
Si hubiese podido marcar la piel de sus enemigos con un número, ya lo hubiese hecho.
Lo ha hecho eligiendo a varios ideólogos del mal, para acompañar su gestión y dándoles vía libre para exhumar cadáveres de hace 30 años dirigiéndose a consumar un claro escenario de venganza sistemática.
Las tensiones ya están flotando como una niebla en toda la sociedad.
Se está con ella … o se está en contra de ella.
Ha logrado enfrentamientos en las propias familias, en los grupos de amigos y hasta en los compañeros de trabajo.
Tiene a gran parte de la sociedad convencida de que basta ser multitud para ser pueblo.
La unanimidad de los serviles es la base de un consenso que sólo es admisible bajo la advocación de un precolapso moral.
Ignora, alegremente, cuán cerca están las puertas de una guerra civil.
Si la esquiva, será por milagro.
martes, 1 de abril de 2008
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