martes, 6 de mayo de 2008

Para que no pierdan, perdemos

Por Malú Kikuchi

¿Qué pasa con las personas que son adultos cronológicamente, pero no han conseguido crecer emocionalmente? Según los psiquiatras, esas personas son inmaduras. Para Enrique Rojas, español, catedrático en psiquiatría social, “un inmaduro es aquel que plantea cualquier negociación en términos de victoria o derrota". Es un ser que ha aprendido a no vencerse sino a seguir sus impulsos inmediatos. Tiene baja tolerancia a las frustraciones y poca capacidad para remontar adversidades”. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga. En Argentina, desde el 11 de marzo 2008, existe un serio problema entre el campo y el gobierno nacional. Infringiendo los artículos 4, 17, 29, 75, 76 y 99 de la Constitución Nacional, el Ejecutivo subió las ya considerables retenciones a la exportación de soja de 35 % a 44,1%(móviles). El campo rechaza el aumento, da razones de peso y pesos para el rechazo; los pueblos del interior apoyan el reclamo, las grandes ciudades, también (25/03/08). Durante 3 semanas el campo paró, cortó rutas y el desabastecimiento se hizo sentir en las ciudades. Finalmente, a desgano y presionado por las circunstancias, el ejecutivo aceptó sentarse a negociar con el campo, hecho insólito de parte del gobierno que no está acostumbrado a dialogar con nadie. El campo ofreció una tregua de un mes, antes de volver a tomar medidas en caso de no retrotraer las retenciones al 11 de marzo. Pasaban los días y el gobierno no respondía. Desde los discursos oficiales, se estigmatizaba al agro, pero de negociar, nada. Un día se sentaron a dialogar. Una forma de decir. El gobierno monologa, no escucha, echa a perder cualquier posibilidad de acuerdo. Dice que…, se compromete a…, no cumple. De las retenciones no se habla. Tema fuera de agenda. Lo que prometieron con respecto a la carne, la leche, el trigo, no se cumplió. Mientras el diálogo entre sordos acontecía, Martín Lousteau dejó de ser ministro de economía; Guillermo Moreno irrumpió e interrumpió cualquier posibilidad de arreglo; y Alberto Fernández, se desgastó al punto de pensar en renunciar a su puesto de jefe de gabinete de ministros. El tiempo de la tregua otorgada por el campo al gobierno, venció. Las 4 entidades del agro, a pesar de los embates gubernamentales, se mantienen unidas. Las bases responden a sus dirigentes hasta un cierto punto. Se han sentido manoseadas, humilladas y engañadas por el gobierno. Le sobran razones a la gente del campo para estar indignada; el país les debe en gran medida su buen pasar económico y los números que enorgullecen al Estado. A pesar de ello, insisten en cobrarles impuestos extorsivos y tratan de llevarlos a un estallido que sólo beneficiaría al gobierno. El gobierno, o sea el presidente Kirchner (¿ex presidente?) se niega a “perder”. Necesita una derrota visible de parte del campo. No se conforma con menos. El presidente Kirchner no concibe una negociación, exige obediencia debida y acatamiento absoluto a sus directivas, sin posibilidad de discusión ninguna. Es curioso que una persona aparentemente poco afín a las FFAA, tenga una personalidad tan vertical, una necesidad de mando tan absoluta, que catalogue a sus colaboradores como buenos “soldados” y que esos mismos colaboradores se definan a si mismos como “soy un soldado de Kirchner” ( Carlos Fernández, actual ministro de economía). El problema del campo y la no resolución del mismo, ha traído aparejado una sensible baja en las encuestas de popularidad de la pareja presidencial. En particular la de la presidente, un poco menos la del presidente. Otro problema adicional, es que los encuestadores no se animan a dar las cifras reales de sus trabajos, atemorizados ante la posibilidad de perder sus contratos con el Estado. Nadie quiere morir por ser el mensajero que trae malas noticias. El resultado es que la pareja presidencial está cada vez más aislada de la realidad. Mientras, ¿qué hace la presidente? No hay que olvidar que Cristina Fernández de Kirchner es la actual presidente de la Nación, la que fue votada el 28/10/07. Asumió el 10/12/07. Es la presidente. Aunque no lo parezca. El, o ella, o los dos, no importa, necesitan, quieren que el campo agraviado al máximo, salga a cortar rutas y a desabastecer. Necesitan, quieren que sean los culpables del fracaso de la negociación, de la inflación, del desabastecimiento de combustibles, de la falta de energía y del mal humor de los argentinos. Pasando por el humo, el cambio climático, el crecimiento de Brasil, los problemas de Evo Morales y la expropiación de Sidor en Venezuela. El, o ella, o los dos, no importa; no pueden perder (¿?), necesitan que “pierda” el campo. La política, la gestión de gobierno, el éxito, pasa exclusivamente por no “perder”. Y por no perder, pierden. Pierden gobernabilidad, pierden popularidad, pierden credibilidad. Por no “perder”, ellos pierden, y con ellos pierde Argentina su gran oportunidad de crecer en serio y sostenidamente. Con este ridículo concepto de ganar o perder desde el gobierno en una negociación, perdemos los argentinos. En una negociación, ceden las dos partes, de común acuerdo, las dos partes ganan algo y las dos partes pierden algo. De forma justa y equilibrada. Sin justicia no hay paz y todo conflicto mal resuelto crece desmedidamente con el correr del tiempo. Y los argentinos, todos, perdemos. Para que ellos no “pierdan”. Para que no pierdan ¿qué? Según el diccionario, perder, quiere decir en sus diferentes acepciones: 1) Dejar de poseer aquello que se poseía, sea por culpa o descuido del poseedor, sea por contingencia o desgracia. 2) No obtener aquello que se disputa en un juego, una batalla, una oposición, un pleito. 3) Desperdiciar, disipar, malgastar algo. Para evitar las dos primeras acepciones del verbo perder, el presidente Kirchner y/o la presidente Fernández de Kirchner, o los dos, caen y nos hacen caer en la última acepción. Desperdiciamos una oportunidad histórica, disipamos la posibilidad de exterminar la pobreza en el país y malgastamos una coyuntura única e irrepetible. Para que la pareja presidencial no “pierda”, perdemos.

maluki@fibertel.com.ar

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pese a que manifiestan pertenecer a un capitalismo moderno, el modo de ejercer su gobierno coloca a los Kirchner en el marxismo gramsciano. Su dialéctica de lucha de clases se disfraza de inclusión social. Su astuta manera de cooptar se disfraza de filantropía. Su clientelismo injusto y abusivo se disfraza de caridad cristiana.