En ambos casos preocupa.
Durante las últimas semanas, Argentina ha sido el escenario de una secuencia interminable de declaraciones que surgieron desde distintos despachos oficiales. Fueron, en diferentes oportunidades, la presidente, sus ministros y secretarios, más alguno que otro que, sin cargos formales, se ocupa de proteger, día y noche, los intereses oficiales.
Está claro que, los poderosos de turno, tienen su filosofía y aplican una marcada orientación ideológica a sus discursos. Así y todo, empiezan a preocupar algunas de esas declaraciones que se ocupan de cuestiones cada vez más difíciles de digerir.
Se ha hablado del efecto redistributivo de las retenciones a la producción agropecuaria, de campañas de desestabilización, de golpistas, de medios de comunicación que no admiten opiniones diferentes, de los que más tienen, de la solidaridad, de la intolerancia, del diálogo, de la intrincada manera de concebir el poder según quien gana las elecciones y hasta de los mensajes cuasi mafiosos que provienen de alguna caricatura.
Se puede estar de acuerdo o no con su forma de administrar el país. Se puede comulgar o no con su percepción acerca de los temas económicos, pero sobre algunas otras cuestiones resulta más difícil comprenderlos.
Por eso preocupa que la presidente y sus colaboradores CREAN, con convicción, que existen sectores representativos, con suficiente peso específico, como para pretender desestabilizar al poder formal, rememorando épocas de quiebre institucional.
Que el poder crea, seriamente, que los medios de comunicación no están de su lado, cuando cuesta tanto esfuerzo individualizar espacios donde se la critique, con claridad, precisión y sin vueltas o eufemismos. Realmente es un esfuerzo entenderlo.
Salvo éste, evidentemente, circunstancial "bache" en la relación del gobierno con el mega medio por excelencia, buena parte de la prensa ha sido favorable a sus ideas, o al menos funcional a ellas las más de las veces. En algunos casos por alineamiento con los objetivos ( sobre todo al comienzo de la gestión anterior ) en otros por simple mercantilismo periodístico, todo un clásico de la profesión.
Bastante por el contrario, ha sido ardua tarea encontrar medios con una mirada demasiado diferente, al menos de los que tengan impacto masivo. Salvo la oleada de portales de diferente jerarquía y trascendencia que, afortunadamente, pululan por Internet, los medios tradicionales no han sido básicamente opositores, como sí se recuerda de otros tiempos.
Por eso, algunas afirmaciones no resisten el más mínimo análisis y nos enfrentan a una encrucijada que se hace cada vez más evidente.
Existen, en principio, dos posibilidades bien distintas. Una de ellas es que el oficialismo haya montado un gran escenario para "encantar" a su tribuna, a sus votantes, a esos que los llevaron al poder, haciéndoles escuchar aquello que quieren escuchar. Esa alternativa traería aparejada algunas cuestiones bastante reprochables, ya que nos hablaría de una cada vez más arraigada demagogia, una indisimulable subestimación a la inteligencia de los argentinos y una burla a ese discurso de la noche en la que la Presidente ganó las elecciones, cuando prometió gobernar para todos los argentinos, no sólo para los que la votaron.
Esta posibilidad supone una actitud premeditada, sin convicciones filosóficas, ni compromiso ideológico. Sólo una movida TACTICA que deja contento a quienes le apoyan, le dan sustentabilidad política ( o al menos eso supone ) fortaleciendo la base de su voto tradicional, dejando mucho que desear en otros tantos aspectos.
La otra alternativa es que no se trate de una escena montada. Muy por el contrario, que estemos frente a su profunda convicción ideológica que hace que entienda la economía y la política de esta manera. Esto supondría sinceridad, y eso en algún punto sería un atenuante. Despejaría el escenario perverso, premeditado y táctico que se deriva de la primera posibilidad. Sin embargo, nos estaría transmitiendo que esta forma de concebir la actividad y el gobierno, nos llevan por un camino sin retorno.
No comprender cómo se mueve el mundo, cómo funciona el mercado, los códigos bajo los cuales se deben interpretar las relaciones entre los seres humanos es demasiado elemental. Es un requisito imposible de soslayar cuando alguien desea gobernar una nación. No conocer las reglas básicas que rigen a la esencia humana, intentar desconocerlas, es un pecado a todas luces.
La situación del país no es sencilla. Debiera serlo si la pareja presidencial hubiera gobernado bien. Las condiciones internacionales son casi óptimas. El mundo crece inexorablemente, los precios de los "comidities" pasan por su mejor momento. Tenemos un escenario de crecimiento por años, ni siquiera se proyecta la proximidad de un ciclo recesivo en términos de crecimiento económico. Sin embargo, estamos aquí, en esta parte del mundo, transitando una crisis y hablando de cuestiones casi impensadas.
Por eso preocupa. Ambas posibilidades preocupan. Que el oficialismo actual este simulando una postura para la tribuna propia vulnerando sus creencias pero logrando aplausos que suenan bien a sus oídos, o bien esta otra chance que nos dice que están profundamente convencidos acerca de lo que están haciendo y el sentido que le están dando a su tarea cotidiana, confirmando sus acciones y su particular estilo.
La verdad es que el presente asusta ….. y mucho. También la actitud de nuestros gobernantes . O sólo están montando una gran parodia populista para alegría de los propios, o viven profundamente equivocados y nos conducen irremediablemente al abismo. En ambos casos preocupa.
Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
03783 – 15602694
Corrientes – Corrientes - Argentina
jueves, 15 de mayo de 2008
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