El desarrollo material de una sociedad, el bienestar de sus habitantes, su grado de promoción social, dependen de la calidad del sistema político con el que esa sociedad tramita el fenómeno del poder.
La fragilidad de nuestro sistema de partidos es una de las principales causas de nuestra decadencia. Y el escaso compromiso de quienes eso advierten por involucrarse en alguna acción para remediarlo es la mejor garantía para que esa decadencia se profundice.
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