A principios de 1976, cuando sólo faltaban meses para las siguientes elecciones presidenciales, Ricardo Balbín, el jefe radical, sostenía que había que ayudar a que el gobierno de Isabel Perón terminara su período "así fuera con muletas". Hoy, cuando el 2009 parece tan lejano y hasta el 2011 falta una eternidad, buena parte de esos adversarios a los que el oficialismo consideró más de una vez "destituyentes" procuran conseguir muletas reforzadas para que el calendario electoral se cumpla sin alteraciones. Si el paisaje no cambia, (y si el enfermo, en rasgo de orgullo o de incociencia, actúa como si fuera omnipotente) es probable que las muletas no sean suficientes.
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