lunes, 25 de agosto de 2008

Tenemos los cimientos, pero aún nos faltan las columnas del templo cívico de la democracia.

Si el peronismo y el radicalismo se reordenaran como partidos institucionales de intensa vida interna, cabría preguntarse todavía por el lugar que deberían ocupar en el nuevo esquema democrático esas fuerzas vigorosas que han llegado a ser la Coalición Cívica, el Pro que predomina en la Capital y el socialismo que prevalece en Santa Fe. La suma de cinco partidos establecidos y competitivos sería finalmente excesiva en dirección del bipartidismo, pero el camino hacia la simplificación que anhelamos no será instantáneo. Habrá todavía un proceso incierto, engorroso, de luchas internas y de alianzas externas en busca de la nueva conformación política de la cual deberían surgir los liderazgos nacionales de los próximos años. Pero el premio, si lo conseguimos, valdrá la pena. Una Argentina democrática reconstituida en su ordenamiento político podría proveernos en 2011 con esas columnas del templo democrático que aún no nos amparan.

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